De la sinagoga al cementerio

Cuántos eran, nadie lo sabe a ciencia cierta, mas debían de ser muchos, pues en 1510, 18 años después de la expulsión, 788 judeoconversos moraban en Segovia. El caso es que fue una de las tres juderías más importantes de España, de las que más tributaban. Llegó a tener siete sinagogas, dos carnicerías, dos escuelas, un horno, un hospital... La mayoría de los que se concentraban en aquel gueto -una docena de callejuelas entre la actual catedral y la muralla sur- eran artesanos y pequeños comerciantes, pero había también financieros como Abraham Seneor, cuya casa valía un millón de maravedíes.

El paseo por la aljama comienza en la plaza del Corpus Christi, visitando la iglesia homónima, que fue la sinagoga Mayor y conserva el aspecto de tal, con sus tres naves delimitadas por arcos de herradura, que se apoyan sobre columnas octogonales con capiteles de piñas y roleos.

A principios del siglo XV, corrió el bulo de que los judíos habían profanado una hostia en su interior, y les fue expropiada (la sinagoga, no la hostia). Ello da una idea de lo bien que se llevaban las comunidades cristiana y hebrea. Bajando por la calle de la Judería Vieja, enseguida se ven, a mano izquierda, la calle del Sol y el postigo del mismo nombre, el cual se abre en la muralla como un ojo estupefacto, que no se cansara de contemplar el valle del Clamores, el frontero Pinarillo y la no muy lejana sierra de Guadarrama.

Unos metros antes del postigo, a manderecha, se descubre una callejuela sin nombre, sombría, angosta y en pasadizo, el tipo de calle que uno esperaría encontrar si fuese teletransportado a un barrio judío en plena Edad Media. Bien por esta callejuela, bien por Judería Vieja, se puede entrar, lo mismo da, en la casa de Abraham Seneor.

Un patio de columnas con galería de madera ilumina la mansión del judío que más mano tuvo con los Reyes Católicos, a tal extremo que llegó a ser miembro del consejo real, algo así como ministro. Luego la casa fue propiedad de Andrés Laguna -médico de Carlos V y traductor del Dioscórides- y ahora alberga el Centro Didáctico de la Judería, donde, entre otras curiosidades, se puede ver un audiovisual sobre el sabath en tres dimensiones y comprar cosméticos elaborados con barro del mar Muerto.

Otro lugar acondicionado para la visita es la puerta de San Andrés, la principal de las nueve con que contaba la aljama. Muy cerca, en la bajada de la Hontanilla, un mojón con la estrella de David señala el inicio de un paseo que conduce, cruzando el río Clamores, hasta el pinar donde están excavadas las fosas antropomorfas y las cámaras hipogeas del cementerio hebreo. Según las crónicas, aquí se congregaron los judíos segovianos al rayar el verano de 1492. Luego, todos juntos, abandonaron su ciudad y su patria, Sefarad.