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Reportaje:

Un 'best-seller' para la catedral del pueblo

El abogado barcelonés Ildefonso Falcones recrea en un 'thriller' histórico la Cataluña del siglo XIV

Ildefonso Falcones (Barcelona, 1959) reconoce que aún le cuesta creerse el éxito que ha conseguido su primera novela, La catedral del mar, de la que Grijalbo ha editado ya unos 100.000 ejemplares en castellano pese a que sólo hace dos semanas que salió a la venta y Rosa dels Vents ha puesto en marcha también otras tres reimpresiones que suman en total 24.000 ejemplares de la obra en catalán. "Es como un sueño, la realización de una ilusión en la que he invertido muchos esfuerzos", indica.

La novela narra las múltiples peripecias de Arnau Estanyol, un personaje de ficción que nació siervo de la gleba y murió noble -algo que Falcones reconoce que "era muy difícil en aquella época"- al que el autor hace vivir y participar en algunos de los principales acontecimientos históricos de la Cataluña del siglo XIV, el de mayor expansión comercial de la Edad Media. Como telón de fondo de la novela sitúa la construcción de Santa Maria del Mar en Barcelona, uno de los más bellos ejemplos del gótico catalán que tiene la particularidad de que se construyó con el esfuerzo único de los habitantes del barrio de la Ribera, por lo que era conocida como la catedral del pueblo, y en sólo 55 años, lo que la dotó de una unidad estilística inigualable.

Falcones, abogado especializado en derecho civil que tardó unos cinco años en escribir la novela, cuya versión final contó con la ayuda del taller de escritura del Ateneu de Barcelona, fue ayer uno de los participantes en la visita guiada por los escenarios de su novela, en la que le acompañaron libreros y periodistas. De la mano de la historiadora Lucia Conte, el itinerario comenzó en la calle de Sant Honorat esquina con la plaza de Sant Jaume, que era, explicó Conte, una de las entradas principales del barrio judío, cuyo protagonismo en La catedral del mar aparece de la mano del judío Hasdai, amigo secreto del protagonista y que tiene un papel importante en esta historia en la que se describe el sangriento pogromo del call de Barcelona en 1391, en el que fallecieron unas 200 personas.

La visita continuó por el call de la mano imaginaria del personaje de Hasdai y de su esclavo Sahat -"que era negro y musulmán porque a los judíos no se les permitía tener esclavos cristianos", explica Falcones- hasta llegar a la que se supone que era la antigua sinagoga mayor, en la calle de Marlet, cuyas paredes están aún orientadas a Jerusalén.

La peculiar comitiva atravesó luego la plaza de Sant Felip Neri hasta llegar al palacio episcopal, escenario de otro momento cumbre de la novela con la aparición del tribunal de la Inquisición que en el siglo XIV comenzó sus siniestras persecuciones en Cataluña, para continuar hasta la plaza del Rei, el marco de otro episodio importante en la vida de Arnau Estanyol, quien tuvo muchos amores y desamores apasionados, además de sufrir abundantes injusticias a lo largo de los años. "Aquella fue una época muy injusta y una de las fuentes históricas de la novela, además de la Crónica de Pere el Cerimoniós, han sido los códigos legales", indica Falcones, cuya formación puede haber favorecido su sensibilidad hacia este tema, pero que de hecho incluye también abundantes detalles sobre la política, costumbres y organización social de la época. "Me he documentado mucho, lo mejor que he podido, pero sin asesores porque cuando la escribí nadie me conocía y era complicado conseguir la ayuda de especialistas", confiesa.

Tras atravesar lo que fue la plaza del blat, hoy plaza de l'Àngel, que para no desvelar la trama sólo hay que señalar que fue el centro de la revuelta popular por la gran hambruna de 1333, el grupo recorrió la calle de Montcada llena de palacios -en uno de los cuales vivió también el ficticio Arnau Estanyol- para, finalmente, desembocar en la estrella de la novela, la iglesia de Santa Maria del Mar. Estanyol hubiera podido ser uno de los bastaixos que aparecen reproducidos en bronce en las puertas de su entrada principal. Ellos eran los encargados de cargar y descargar los barcos y también fueron uno de los gremios más implicados en la construcción del templo, ya que transportaron sobre sus espaldas y de forma gratuita las piedras de Montjuïc con las que fue construido. De lo duro que fue aquello da buena cuenta la novela, y también del cementerio romano en el que se esconde el protagonista y que se encuentra en el subsuelo del templo, algo documentado en las excavaciones realizadas cuando se construyó allí la cripta, que actualmente conserva las reliquias de Sant Cugat.

En todo caso, el lector encontrará aventuras, pero poca magia. "Ahora está muy de moda la novela esotérica, pero ésta es todo lo contrario, ya que se ciñe a la historia de manera total", concluye Falcones.

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