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Columna
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Oriente

"Y YO he adquirido el saber de la pena." -dice la poeta china Li Ch'ing Chao (1084-1142) en su melodía Corto una rama de ciruelo en flor- "Nada puede hacerla esfumarse / y desaparecer. En un momento, la siento / en las cejas. En el siguiente, / se vuelve un peso atroz en el corazón". Extraigo estos versos del poema citado, que está incluido en la antología de Kenneth Rexroth (1905-1982) titulada en castellano El amor y el tiempo y su mudanza. Cien nuevas versiones de poesía china (Gadir), en la que este poeta estadounidense, justamente afamado por sus excelentes versiones en inglés de la lírica china, se permitió, ya al final de su vida, en 1970, publicar una selección de los versos que a él más le habían conmovido, y, en especial, los de tema amoroso. Como nos advierte el propio Rexroth en su introducción, es harto difícil, no ya traducirlas a una lengua occidental, sino hasta comprender el sentido pleno de las composiciones poéticas chinas, que acumulan capas de significados y, no hay ni que decirlo, sutilezas que todavía se nos siguen escapando, porque, a pesar de lo mucho que se ha avanzado al respecto, estamos muy lejos de atesorar una sensibilidad, que, en Oriente, era común desde, por lo menos, comienzos de nuestra era.

En relación con Li Ch'ing Chao, Rexroth nos advierte que su padre había sido amigo del gran poeta Su Tung P'o y la compara con la francesa Louise Labé (hacia 1523-1566) y la italiana Gaspara Stampa (hacia 1523-1554), ambas, en cualquier caso, casi cinco siglos posteriores. También la califica como la mayor poeta china de cualquier época, aduciendo además que el tono melancólico de los poemas que reproduce en su antología no era fruto de ningún convencionalismo, pues los escribió tras la muerte de su esposo. No cuesta trabajo creerle, cuando, en otro poema, podemos leer los siguientes versos: "He soñado que mi barca / de flores me llevaba hasta él, pero sé / que un navío tan frágil no / podrá cargar con tal peso de pena".

Ciertamente, es raro encontrar tal desahogo emocional en la poesía china, no tanto por ausencia de sentimientos y, aún menos, del más refinado erotismo, sino porque su comunión con la naturaleza es de tal fuerza que borra o atenúa las trágicas exigencias de los pronombres personales. En este sentido, les es más accesible a los poetas chinos franquearse con su propio cuerpo, como lo hace maravillosa y delicadamente la propia Li Ch'ing Chao, cuando, para describir la patética limitación del autoerotismo, afirma: "Ya vuelve otra vez el otoño. Me / abro despacio el vestido / de seda y floto sola en la barca de / las orquídeas. ¿Quién puede / llevar una carta allende las nubes?". Hermosos versos, desde luego, pero más cuando sabemos, gracias a la anotación de Rexroth, que la metáfora "barca de orquídeas" alude a su sexo, o, más concretamente, a su vulva.

En estos momentos, que, so capa de la "globalización", eufemismo para denominar, entre otras cosas, la occidentalización de Oriente; esto es: el imperio universal de la técnica, es saludable que nos sumerjamos los occidentales en el arte oriental, o lo que es lo mismo, sepamos orientar a Occidente.

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