El Athletic apela al último suspiro

Vale lo que sale al final. Y salió empate, como pudo salir cualquier cosa. Había una sensación en San Mamés de que el Athletic ganaría por inercia. Es decir, que podía seguir jugando igual de mal, pero ganaría porque sí y porque el Espanyol es el visitante más educado, con pocas victorias a domicilio y además carente de sus dos puñales, Tamudo y Luis García: el 62% de los goles espanyolistas.

Es decir, el Athletic ganaría por lógica, por la ley natural, pero fue que no. Y algo tuvo que ver un penalti cometido por Iraizoz a Yeste, que el portero espanyolista ni se atrevió a discutir. No fue un penalti voluntario, sino la lástima de llegar tarde a la jugada. Iraizoz se disculpó, se fue a su portería, luego al punto de penalti para enredar al delantero y luego a la línea de gol. Y el Athletic que ha convertido los penaltis en una patata caliente a la que nadie quiere meter el diente. Ayer lo asumió Aduriz y falló porque disparó mal, con miedo, radiotelegrafiado, e Iraizoz lo paró. El Athletic no es un equipo que exagera las ocasiones y el Espanyol las racanea a domicilio. Así que, visto el dislate del Athletic, el Espanyol decidió aprovechar su única ocasión. Entre el penalti errado por Aduriz y el gol de Juanfran mediaron cinco minutos, quizás los que exigieron una capacidad anímica que el Athletic no está capacitado para dar.

Lo del Athletic fue un penlti. Lo del Espanyol, una contra. Y resultó mejor lo segundo que lo primero. Quizás porque el Athletic está seco y porque desde el banquillo mandan sensaciones contradictorias. Hoy por hoy, el Athletic tiene poquito fútbol. Gana por poquito y pierde por poquito. Así que cualquier toque en el equipo puede resultar mortal en el enfermo. Ayer lo tocó Clemente. Metió a Guerrero en vez de a Urzaiz y el mensaje resultó contraproducente. El equipo era timorato, amarrado en exceso, sin ninguna capacidad de intimidación.

El Espanyol se creció, más que por lo que creía en sí mismo, porque vio que el rival no creía en sí. Ocurrió el penalti, que se falló, y el gol de Juanfran, y en realidad no ocurrió más. Ocurrió que el Espanyol decidió defender la huerta y le bastó con un poquito de aplicación física. No le hizo falta más para sujetar a un Athletic al que sobre todo le faltan ideas. Y sin ideas es difícil jugar al fútbol. Al Athletic se le cayó el suelo (Etxeberria, Yeste, Guerrero, Iraola) y sin eso no es nada. Pero lo único que no se le puede negar al Athletic es la perseverancia. Y en eso halló el gol del empate en el descuento. Quizá fue justo aunque el partido fuera injusto con el futbol.