La sed crónica de los palestinos
El conflicto entre israelíes y palestinos también repercute directamente en algo tan básico como el agua. Más del 40% de la población palestina carece de acceso directo a ella. Así lo recuerda una exposición que puede verse en el centro cívico Pati Llimona de Barcelona, organizada por Acción contra el Hambre con el apoyo del servicio de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea.
El lema de la exhibición ya es toda una declaración de principios: "Una gota de agua, una gota de vida". La exposición ofrece una treintena de fotografías de Brigitte Grignet sobre agua, vida y restricciones en los territorios palestinos, donde es algo más que un bien escaso; en muchos casos, un auténtico privilegio. Su precio está por las nubes. En los lugares adonde no llega, el único proveedor son los camiones cisterna, que cobran hasta nueve euros por litro. Pero también es un bien estratégico. "El 85% de la red del agua palestina está controlada por Israel", recordó ayer Osan Almodhaun, que trabaja en los proyectos de suministro de Acción contra el Hambre en Gaza.
Años y años de conflicto han repercutido en la red de suministro, sobre todo tras el estallido de la segunda Infifada. Las cañerías están obsoletas: se llega a perder el 50% del agua desde que sale del acuífero hasta que llega al grifo.
Y los pronósticos indican que la insuficiencia irá a más en los próximos años. Primero, porque Palestina vive una explosión demográfica. Y con ella, la sobreexplotación de los acuíferos y el riesgo de que se salinicen. Crece la población, y también las tasas de pobreza y de desempleo. El 45% de los habitantes de los territorios palestinos están en paro, y las previsiones indican que el porcentaje se elevará hasta el 65% en los próximos tres años.
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