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Crónica:Fútbol | 28ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cicinho y nada más

El Madrid, en proceso de derribo y con el lateral como único destacado, no pasa del empate ante el Betis

Santiago Segurola

El Madrid ha comenzado la liquidación por fin de temporada. Frente al Betis disputó uno de esos partidos que no se distinguen por nada. Un partido veraniego en una tarde invernal. Así están las cosas en el Madrid, donde nada se corresponde con las expectativas que un día generó el equipo. No tiene objetivos ni nada que se lo parezca. Hay una sensación de provisionalidad que extrañamente no produce un derrumbe. Al Madrid le ayuda el deficiente nivel del campeonato español, donde nadie a gana a nadie, excepto el Barcelona, que juega en otro planeta. Es la mediocridad general la que salva al Madrid, pero no hasta el punto de maquillar la realidad. Se trata de un club en estado crítico, con un presidente que pretendía reeditar a Bernabéu antes de escaparse por una rendija, con unas estrellas devaluadas y envejecidas, con un entrenador superado por los acontecimientos y con un nuevo presidente atacado por las urgencias. Detrás no se percibe la fortaleza del club, ahora mismo sin cara y ojos. No hay portavoces, ni nadie que asuma responsabilidades, posiblemente porque el Madrid se encuentra en un proceso de derribo. Es fácil resumirlo. Al frente del equipo, está López Caro. La dirección deportiva corresponde a Benito Floro. El presidente lleva tres semanas en el cargo y fue designado por su predecesor. Aunque no lo parezca, estos son los gestores del club con un presupuesto de 300 millones de euros, el mayor del fútbol mundial.

REAL MADRID 0 - BETIS 0

Real Madrid: Casillas; Salgado, Sergio Ramos, Raúl Bravo (Mejía, m. 50), Roberto Carlos; Cicinho, Guti, Zidane, Robinho; Raúl (Ronaldo, m. 54) y Cassano (Baptista, m. 69).

Betis: Contreras; Varela, Juanito, Rivas, Luis Fernández (Nano, m. 72); Joaquín (Dani, m. 83), Arzu, Rivera (Miguel Angel, m. 70), Xisco; Robert y Edú.

Arbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Varela, Nano, Guti y Mejía.

Unos 75.000 espectadores en el Santiago Bernabéu.

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Al equipo se le va a hacer larga la Liga. Ni encontrará motivación para jugar, ni obtendrá la ayuda de la hinchada. La gente se ha resignado a lo peor. Es la tercera temporada en blanco y el personal quiere que todo acabe rápido. No soporta partidos blandos, confusos, sin ninguna señal optimista para el futuro. Tampoco le ayuda el trajín de López Caro, que ha entrado en crisis. Parece cada vez más claro que las lesiones le ayudaron a elegir las alineaciones. Cuando algunos notables -principalmente Salgado y Raúl- regresaron de sus lesiones, al entrenador se le fundieron los plomos. Los cambios son constantes y tienen un aire arbitrario. Cicinho y Robinho, que habían ofrecido excelentes señales, desaparecieron de la alineación en el momento crítico de la temporada. Ahora vuelven. Cassano debuta como titular ante el Atlético, regresa a la suplencia y reaparece frente al Betis. A Guti se le quita el filo con su nueva posición esencialmente defensiva, después de dos magníficos meses en la media punta. Beckham juega siempre, juega en su posición y juega su mejor fútbol, pero no juega un minuto frente al Betis. Todo apunta a un entrenador nervioso, sin criterio definido, arrollado por los acontecimientos, que en el Madrid no son cualquier cosa. Son tsunamis.

El Betis desaprovechó las concesiones del Madrid, partido por el eje desde el comienzo y chato como una canica en el ataque. Es un equipo que se permite jugar sin delantero centro y sin otro centrocampista que Guti. Son las ventajas que cualquier equipo aprovecharía. Pudo hacerlo el Betis en tres ocasiones, pero estamos ante un equipo atacado por los nervios. Tiene todos los problemas del Madrid, pero con peores jugadores. Llegó con frecuencia a las posiciones de remate. Pero remató mal. También le falta un delantero centro. Robert no le sacará de problemas. La defensa vive en estado de pánico, con una alarmante escasez de recursos. Al Betis le salvó la estupenda actuación de Contreras, particularmente en un mano a mano con Cicinho y en una estirada prodigiosa para despejar en el último minuto un tiro del lateral brasileño. También le salvó las mediocres actuaciones de Raúl, Zidane y Cassano. La gente les quiere y les guarda respetuosamente en la memoria, pero los aficionados se preguntan por la insistencia de López Caro en alinearles.

El Madrid fue Cicinho y poco más. En un equipo que rumia el juego con una desesperante falta de energía, Cicinho destaca por su profundidad, rapidez y clase. Participó en las mejores ocasiones del Madrid, incluido un tiro al palo, y dominó el carril derecho con una autoridad absoluta. El problema de Cicinho es que no tiene galones y no juega en su posición natural. O no juega, como ocurrió frente al Atlético de Madrid o ante el Arsenal en Highbury. El meritoriaje se ha sustituido por el politiqueo y así le va al equipo. Con Robinho ha sucedido lo mismo. Decisivo en los dos prometedores meses que siguieron al despido de Luxemburgo, Robinho desapareció del equipo cuando López Caro prefirió a los viejos barones. Son dos víctimas de la situación. Y también Ronaldo, se ponga como se ponga el entrenador. Es el único delantero centro del equipo. El único rápido. El único capaz de cambiar de velocidad a un paquidermo de equipo. Jugó la última media hora. No hizo nada deslumbrante, pero su amenaza pesó visiblemente sobre los defensas del Betis, que multiplicaron su nerviosismo tras el ingreso de Ronaldo, cuyo contencioso con López Caro sólo es uno de los muchos problemas que atraviesa un club en estado de alarma.

Robinho, dolorido sobre el césped.
Robinho, dolorido sobre el césped.LUIS MAGÁN

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