Celebraciones y aniversarios
Dos años ya, casi no lo puedo creer. Lo cantaba hace no sé cuántos años un grupo que se llamaba La Romántica Banda Local. Eran melancólicos y urbanos. Desaparecieron demasiado pronto, o quizá no. En estos días de evocación y recuerdos, en el segundo aniversario del cambio de régimen, volví a recordar esa estrofa. También había algo melancólico en la celebración. Muchos celebraron, otros siguieron ladrando. Algunos, para variar, nos quedamos en casa. Practicando el vicio de la lectura. Así lo sigue llamando el centenario Francisco Ayala cuando habla de sus inicios de lector. O de sus comienzos de escritor. Se recuerda de niño, de adolescente, leyendo o escribiendo: "Siempre he tenido el vicio de la lectura, el vicio de la escritura". Hay que ser muy vicioso para seguir practicando esos vicios así que pasen cien años. Pues sigue. También mantiene la funesta manía de pensar, aunque no sé si al pensar lo llama funesto. Se lo preguntaré después de las celebraciones, de los aniversarios.
El PSOE tiene unos cuantos años más que Ayala. No ha tenido muchos aniversarios que celebrar como Gobierno a lo largo de esos cien años. Desde su fundación en una céntrica taberna de Madrid, El Abra. Todo un clásico del vino de Valdepeñas y el bacalao al estilo soldaditos de Pavía, que milagrosamente sigue viva y bacaleando.
Esta semana, el PSOE, a pesar de las acorazadas que atacan por todos los frentes, ha conseguido celebrar los primeros dos años de la era Zapatero. Pero no lo han celebrado en una taberna, ni en una bodega, ni siquiera en una bodeguilla. Se ha celebrado en los salones de modernas pinturas de Moncloa. Allí, entre cavas y otros vinos, se celebró un tranquilo encuentro con el mundo de la cultura y los alrededores. Una celebración con buen talante. Al hacer un repaso de los celebrantes pensé que faltaba, por lo menos, uno. Yo creo que deberían haber invitado a Leo Bassi. Ya sé que había representación de los bufones, incluso algunos de menor entidad; pero haber invitado al cómico más perseguido, más amenazado y prohibido de estos tiempos de Gobierno socialista hubiera sido un signo de normalidad. En éste país tienen que caber todos, también los ateos, gracias a Dios. Se les olvidó invitar a Leo Bassi. Yo creo que no hubiera pasado nada; al contrario, con este cómico de la legua, bufón, hijo y nieto de bufones, hubieran estado representados los perseguidos. No es Voltaire, es posible que le falte talante, pero demuestra talento. Al menos talento provocador. Ahora que ya casi nada artístico tiene la capacidad de provocarnos. Estoy convencido de que hubiera encontrado unos cuantos amigos, algunos compañeros en aquella fiesta. Y algunos se hubieran sentido unidos por su falta de fe. No se atrevieron. Era una buena oportunidad, sobre todo teniendo en cuenta que no estaban ni Paco Vázquez, ni José Bono.
Unos días antes, nada que ver con el espíritu de Zapatero, se había presentado un curioso e inteligente libro sobre la historia de España. Una historia escrita desde la reivindicación y el recuerdo de los perdedores. Escrito por un ganador, como casi siempre, Fernando García de Cortázar. El libro merece la pena por varias razones, por varios perdedores allí reivindicados. También la presentación tuvo su mensaje. Uno de los presentadores fue Mariano Rajoy. El líder, o lo que sea, de los populares, demostrando valor y talante, no sin haberlo dudado y meditado, dijo sí a la presentación de un libro sobre perdedores de nuestra historia. ¿Qué querrá decir? No se atrevió, se excusó o no pudo otro de los anunciados presentadores, el embajador en el Vaticano, el ya citado Paco Vázquez. No fue y se le esperaba. ¿Qué querrá decir?
Yo que me pierdo tantas cosas, y algunas con alevosía, sentí perderme una celebración a la que sí estaba invitado. No pude estar al lado del nuevo doctor honoris causa de la Complutense. No pude, estaba fuera de casa y de mis casillas, estar cantando con El Nano, con Joan Manuel Serrat vestido de oscuro y togado de lo mismo. Desde Londres, y con sol, brindaré con un vino español y serratiano si se encuentra por estos pagos; si no, me conformaré con uno más peleón. No creo que al muchacho que estudió en las universidades laborales, al nuevo doctor, le importe demasiado. Además, este año, con esta Liga, los del Barça ya están bastante celebrados. Y lo que les queda. No hay estatuto que les ponga la zancadilla. Yo creo que, para compensar, la Pompeu Fabra debería hacer los honores a un Sabina, un Krahe o un Aute; lo digo por señalar a algunos de mis mesetarios preferidos. Provocadores y doctores. Un buen camino de pedagogía popular.
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