Variaciones sobre el pop
La existencia de una pintura neopop no debe ser considerada tanto un síntoma de nostalgia por el viejo pop de los felices sesenta, cuanto más bien una manifestación de la peculiar intemporalidad de sus iconologías. En la medida en que se nutre de las imágenes de la cultura de masas (en sus estadios previos a los propiciados por las tecnologías digitales), la pintura pop se asegura una infinidad de referencias extraídas de lo que -por parafrasear a Adorno, y en unos términos para nada peyorativos- podríamos llamar "modas sin tiempo".
Esto puede venir a propósito de la obra reciente de Cuqui Guillén (Valencia, 1967). Se trata de una pintora que ha desarrollado casi toda su trayectoria, hasta 2003, como componente del Equipo Límite, hoy disuelto por causas de fuerza mayor. Junto a su pareja artística de hecho (Carmen Roig, paisana y coetánea suya), ese itinerario en equipo ha venido girando en torno a la voluntad de recrear en forma de pintura, en imágenes potentes, de clara tendencia narrativa, barrocas y abigarradas, pero siempre frescas, las diversas iconologías populares, tanto universales como locales, protagonizadas por figuras familiares, a veces bastante lascivas, llenas de mujeres abiertamente provocativas y alusiones explícitas a deseos inhibidos.
CUQUI GUILLÉN
Galería Rosa Santos
Bolsería, 21. Valencia
Hasta el 1 de abril
En su trabajo en solitario, Cuqui Guillén parece seguir por el momento esta misma línea: un pop femenino, pero también feminista. El tríptico Dolerá toda la vida puede entenderse como una especie de irónica maternidad. Sumergida en el hechizo -como Exquisito calor- contrapone la bella apariencia exterior de un rostro de mujer a unas formas orgánicas cuya interioridad queda subrayada por su aspecto abstracto. Huecas, húmedas y oscuras responde sin duda a lo que su título hace sospechar: un serio problema de identidad.
Por lo demás, no parece que sea ése (el de la identidad) el problema de Cuqui Guillén. Al revés: se diría que de la necesidad ha hecho virtud. A falta de equipo, se las arregla para mantenerse fiel a sus propuestas introduciendo matices serenos. De este modo se reafirma en una forma de entender la pintura como un eficaz vehículo de comunicación, y del pop como una tradición en la que, dentro de los límites correspondientes, todavía se puede seguir trabajando. Y no, por cierto, a la manera en que lo hace algún otro cuyo nombre he olvidado, es decir, reproduciendo marylins sin más y vendiéndoselas a políticos incautos a costa de nuestros impuestos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.