Vida cotidiana española
Si él trabaja por hacerse un hueco en el ámbito laboral tiene una ambición legítima; ella es una trepa. Si él defiende sus criterios con convicción o vehemencia tiene carácter; ella es una histérica. Si él accede a determinados ámbitos se debe a sus buenas relaciones; ella es una enchufada. Si él sale de casa por la mañana y regresa bien entrada la noche está muy ocupado; ella desatiende el hogar. Si él dedica más tiempo a su profesión que a sus hijos se está labrando un puesto en la sociedad; ella es una mala madre. Si él mantiene un nivel de exigencia con sus compañeros o subordinados tiene gran capacidad de organización; ella es una mandona. Si él muestra su desacuerdo ante sus superiores es una persona crítica; ella es conflictiva. Si él tiene éxito en los negocios es un hombre inteligente; ella es una chica lista. Si él se adentra en terrenos vedados se está abriendo a nuevos horizontes; ella es una intrusista. Si él alcanza un puesto de responsabilidad es que ha prosperado; ella es que es de armas tomar. Si él no destaca en su sector es porque prefiere mantenerse en un segundo plano; ella fracasa. Si alguien entra en el despacho a pedir algo importante siempre se dirige a él; ella también está.
Si él no se aviene a ligerezas demuestra seriedad; ella es una estirada. Si él se retrae ante la discrepancia lo hace inspirado por la prudencia; ella es débil de espíritu. Si él hace bromas de dudoso gusto es un gracioso; ella es una grosera. Si él se caracteriza por ciertas extravagancias se convierte en un personaje; ella es una loca. Si él se preocupa de su atuendo destaca por su elegancia; ella es una frívola. Si él opta por una imagen discreta se trata de una cuestión funcional; ella es una sosa. Si él no se arregla demasiado es que tiene un estilo casual; ella es una desastrada. Si él tiene sucesivas o simultaneas relaciones sexuales posee grandes dotes de seducción; ella es un putón. Si él bebe excesivamente ha estado degustando buenos caldos; ella es una borracha. Si él acostumbra a hablar mucho en las reuniones sociales es un gran conversador; ella es una charlatana. Si él comenta asuntos de los demás está manejando información; ella es una cotilla.
Él es un gourmet; ella, una comilona. Él es corpulento; ella es una gorda. Él es normal; ella es fea. Él tiene una personalidad fuerte; ella es una bruja. Él es un intelectual; ella escribe novelas. Él es músico; ella toca el piano. Él es imaginativo; ella tiene la cabeza a pájaros. Él es desprendido; ella, una manirrota. Él es sensible; ella, una cursi. Él, tierno; ella, una pegajosa. Él, valiente; ella, imprudente. Él, templado; ella, cobarde. Él, aventurero; ella, temeraria. Él, fuerte; ella, marimacho. Él es un maduro interesante; ella está menopáusica. Él es independiente; ella está más sola que la una.
No es de extrañar, pues, que si él y ella realizan el mismo trabajo con idéntico rendimiento ella gane alrededor de un 30% menos que él. Que sólo en un 6,6% de las parejas ella gane más que él. Que el nivel de desempleo de ella esté doce puntos por encima del de él. Que la pensión de ella en la Seguridad Social sea un 40% más baja que la de él. Que en caso de despidos salga antes ella por la puerta de la empresa que él. Que él y ella se casen y ella deje de trabajar fuera de casa, no él. Que ella tenga menos posibilidades de llegar a los puestos más altos en el mundo laboral, empresarial o político que él. Que la publicidad fomente roles discriminatorios y transmita una imagen de ella como objeto subsidiario de él. Que si la anciana madre no puede valerse por sí misma sea atendida por ella, no por él. Que si el niño se pone enfermo falte ella a la oficina, no él. Que haya muchas más alumnas que alumnos en las universidades y muchas menos catedráticas que catedráticos. Que ella no sea promocionada internamente en la empresa por él. Que ellos supongan más del 80% de los miembros que integran los consejos de administración. Que en la Administración Pública ellas sólo ocupen un 5% de los puestos de dirección. Que en pleno Congreso de los Diputados el portavoz de la oposición considere la actividad de la vicepresidenta del Gobierno como una impostura (él, acorde con su capacidad, lo llama disfraz, que es una palabra más fácil). Y lo dice él, que lleva pinta de constructor de provincias, de especulador de barrio, de trapichero con ínfulas. De esos que llaman señoras a las mujeres.
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