Histórico Sevilla
El equipo de Juande Ramos elimina al Lille y se clasifica por primera vez para los cuartos de final de la UEFA
El Sevilla alcanzó por primera vez en su historia una plaza para disputar los cuartos de final de la Copa de la UEFA tras imponerse al Lille con más facilidad inicial de la prevista y con un apretón final inopinado. Tras una primera parte magistral, los nervios llegaron en la segunda parte, cuando la historia empezó a lastrar las piernas de sus jugadores. Pero lo logró. Ya sólo puede mejorar.
El Lille llegó a Sevilla como el equipo experto, solemne de la eliminatoria. Con un gol de ventaja, además. El conjunto francés sabía de sobra que en estas eliminatorias a doble partido, el ánimo, la presencia, el enfoque del lance puede llegar a tener una importancia decisiva. Los franceses quisieron intimidar de inicio, intentando que la única preocupación de los sevillistas no fuera la urgencia por marcar, sino que también temieran que les marcaran. Y la estrategia de Claude Puel funcionó durante los diez primeros minutos.
SEVILLA 2 - LILLE 0
Sevilla: Palop; Alves (Jordi, m. 67), Javi Navarro, Dragutinovic, David; Navas, Martí, Renato, Adriano (Escudé, m. 90); Kanouté y Luis Fabiano (Aitor Ocio, m. 75).
Lille: Sylva; Chalmé, Tavlaridis, Tafforeau, Scmitz; Dumont (Keita, m. 59), Makoun; Lichtsteiner, Bodmer, Dernis Fauvergue, m. 79); y Moussilou (Odemwingie, m. 46).
Goles: 1-0. M. 28. Kanouté tira colocado desde el borde del área tras recibir un pase de Alves. 2-0. M. 47. Luis Fabiano, tras una dejada de cabeza de Kanouté.
Árbitro: Michael Riley (Inglaterra). Amonestó a Alves, Martí, Palop y Odemwingie. Expulsó a Bodmer (m. 25), por agredir a Javi Navarro y a Navas (m. 72) por pegarle un codazo a Keita.
Unos 35.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán.
Con la defensa casi en la tangente del círculo central, el Lille sorprendió al Sevilla, que se acobardó ante el innegable orden y la planta de los futbolistas del equipo francés. Con la línea más retrasada como dibujada a escuadra y cartabón, Dumont intentaba conectar con Bodmer, que a su vez buscaba lo propio con el ariete Moussilou.
Pero el Sevilla no llegó a descomponerse. La salida francesa mereció el respeto de los sevillistas, pero sin quererlo, también le enseñó el camino para superarlos. Con el trabajo incansable de Martí en la media, Kanouté entre líneas y Adriano por la izquierda, la actitud táctica del Lille se quedó en una mera pose.
A los 10 minutos, se coló Navas por su banda y puso un buen balón en la cabeza de Luis Fabiano, que remató flojo y al muñeco. Dos minutos después, tras un buen robo de pelota de Martí, Renato centró a Kanouté que disparó tal y como le venía y estrelló la pelota en el travesaño. Con ese calambrazo se desmembró el Lille. Tras un par de llegadas más, tras un par de combinaciones imposibles de neutralizar por los jugadores del Lille, Bodmer lo puso aún peor para su equipo. Le pegó un codazo en la cara al defensa sevillista Javi Navarro en las mismas narices del árbitro, que le expulsó inmediatamente.
A pesar de que la situación no varió -el Lille disminuyó aún más su capacidad ofensiva, pero contenían los mismos hombres-, a los tres minutos una combinación entre Navas, Alves y Kanouté acabó con gol del africano. Raso, con el interior, colocado, con mucha clase.
Kanouté se hizo mucho daño en un tobillo en una mala pisada, pero siguió marcando las diferencias. Al borde del descanso, cojo y todo, supo bajar con la cabeza magníficamente un centro de Adriano para que Luis Fabiano tan sólo tuviera que fusilar el segundo gol.
En la asegunda mitad, al Sevilla le empezaron a temblar las piernas. Cuando quedaba menos de media hora, disparó el Lille por primera vez a puerta, con un saque de falta muy duro y a la olla, como para que tropezara en alguien y se metiera. Lo hizo en Palop, afrotunadamente para el Sevilla. Retiró el entrenador sevillista a Alves, pero el que acabó en la calle fue Navas, que cometió el mismo error tonto de Bodmer. A partir de ahí, el Sevilla se metió atrás descarada e innecesariamente. Se acabó el fútbol, y llegó la historia. Casi a rastras, pero llegó.
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