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Columna
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Obertura de primavera

('Obertura': pieza musical con que se da principio a una ópera, oratorio u otra composición lírica.)

Ya empieza la naturaleza a interpretar en Madrid el preludio del gran concierto de primavera. Esta estación tiene prestigio lírico, pero es arisca y trastornada, fusión de Wagner, Janis Joplin, Sinatra y Las Supremas de Móstoles. La primavera está como una cabra. En 24 horas se viven a veces las cuatro estaciones de forma asilvestrada. Capullos se abren paso. Polen ataca. Horteras reverdecen. Alergia acecha. Lujuria enseña ombligo. Depresiones. Primeras comuniones. Al Qaeda amenaza: "Los musulmanes tienen una venganza pendiente con España". Vértigo. Y la guerra de los parquímetros. Y la batalla del macro-botellón que se prepara para el día 17 en Moncloa. Y las eternas obras de la M-30. Y el infernal tráfico. Y los ruidos. Y el progresivo cabreo de los ciudadanos. Se pretende potenciar institucionalmente el atractivo turístico de la capital. Pero, ahora mismo, cuanta más gente venga, peor para nosotros. Los que nos visitan contarán por todas partes que esto es un caos.

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En esta opereta madrileña de primavera hay historias picarescas que pudieran emular al mismísimo Buscón don Pablos. Último grito en el robo de móviles: está usted en la barra de un bar con el teléfono a la vista; entran dos o tres adolescentes y le muestran un periódico o un documento donde se dice que la chica es sordomuda, o algo similar. Mientras usted se fija en los papeles, ellos le agarran el móvil y escapan como alma que lleva el diablo. Casi nunca da tiempo a reaccionar. Ayer fui testigo de un incidente similar. Cafetería en Avenida de América. Tres señoras toman café en una mesa. Llegan cuatro adolescentes y les roban los móviles. Las señoras, con mucho temperamento, logran atrapar a una de las chicas, la presunta sordomuda. La muchacha grita y se contorsiona como una posesa. Al cabo de unos minutos, roja de ira y miedo, la soprano clandestina recobra la voz y grita un aria: "¡Hija de puta!".

El pasado no tiene remedio; el futuro, vaya usted a saber. El verdadero problema es la primavera, esta primavera. Póngase usted los cascos y goce con Las cuatro estaciones. Lástima que el alcalde no tenga la sensibilidad de Vivaldi.

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