"Un niño feliz y un deportista irrepetible"
Admiraba a Induráin, tanto por sus hazañas sobre la bicicleta como por su carácter tranquilo, reflexivo y reservado. El suyo, explosivo y locuaz, era radicalmente diferente al del ciclista navarro. "Era un niño feliz, tanto en la piscina como fuera de ella. Solventaba los problemas con mucha alegría. Era el jugador que irradiaba más felicicidad y al propio tiempo el que desprendía en la piscina más coraje y rabia", cuenta Daniel Ballart, uno de sus compañeros de éxitos en la selección.
Como portero fue único, hasta el punto de que creó escuela. "Intimidaba a los delanteros, mirándoles a los ojos, gritándoles. Pero lo hacía con mucha nobleza. Fue un deportista irrepetible", añade Ballart. Otro de los mejores jugadores de aquella generación, Jordi Sans, opina: "Fue un innovador. Tenía un juego muy psicológico con el rival. Intimidaba bastante con el juego submarino. A su defensa la colocaba muy bien. Siempre corregía las posiciones de sus compañeros a base de gritos como suelen hacer los porteros de fútbol".
Toni Esteller, ex seleccionador y entrenador del CN Barcelona pone de relieve: "Un 70% de los éxitos de la selección se debían a él". Joan Jané, también ex seleccionador y entrenador del Aguas de Valencia, dice: "Tenía una gran personalidad tanto dentro como fuera de la piscina. Como portero poseía un sexto sentido del que el resto de los porteros carecen. Intuía un segundo antes de que se produjesen por donde iban a ir los lanzamientos de los rivales". Jané destaca otra de las virtudes de Rollán: "Sabía trasladar toda su energía al resto del equipo. Eso hacía que fuera muy carismático". El propio Rollán resumía su manera de defender: "Piernas fuertes, cabeza fría y reflejos felinos".
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