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El aparcamiento regulado, impuesto en Barcelona sin gran oposición

Barcelona implantó las zonas de aparcamiento restringido el pasado mayo en el área más céntrica de la ciudad (el casco antiguo y el ensanche). Entre los meses de octubre y noviembre extendió la medida al resto de distritos con la única salvedad de los que quedan más allá del segundo cinturón, la ronda del Mig. El área afectada incluye más de tres cuartas partes de la ciudad.

En las calles hay tres zonas de aparcamiento: las plazas libres, las de zona azul y las de área verde. En las primeras, los automovilistas no pagan nada, pero sólo quedan algunas en la periferia.

Las zonas de color azul son espacios de estacionamiento limitado y, además, de pago. El precio del estacionamiento es igual para cualquier ciudadano con independencia de su residencia.

Las plazas de las áreas verdes, con las líneas del suelo pintadas en ese color, tienen dos precios diferentes. Los residentes pagan una cantidad casi simbólica (20 céntimos por día o bien un euro por semana). El resto de los conductores pagan un precio similar al de las zonas azules (entre los 2,75 y los 3 euros por hora, en función de las zonas y con dos horas como límite máximo).

El concejal encargado de aplicar la medida ha sido Jordi Hereu, del PSC, pero la decisión fue asumida de forma colectiva por las tres formaciones que integran el gobierno municipal: PSC, Iniciativa per Catalunya Verds y Esquerra Republicana. Contó con la oposición radical de CiU y el Partido Popular, que calificaron la medida de pura voluntad recaudatoria.

Poca oposición

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La oposición municipal (PP y CiU) fue mayor que la ciudadana, apenas existente y muy centrada en los sectores comerciales, que veían su capacidad de aparcamiento reducida, ya que muchos empresarios tienen el negocio en un distrito, pero la residencia en otro, o incluso fuera de Barcelona. Cada vehículo cuenta con un distintivo de residente, en el que se indica la dirección en la que se halla censado el propietario.

Pero las protestas han sido más formales y de meras declaraciones que reales. Nadie salió a la calle a protestar y los únicos parquímetros que cayeron fueron los colocados en los lugares con aceras mínimas y que, por tanto, dificultaban el paso a los peatones, en general.

Las protestas de la oposición desaparecieron rápidamente porque los residentes en las zonas afectadas tienen ahora más aparcamiento que antes de ponerse en marcha los parquímetros.

Un estudio municipal sostiene que la medida ha supuesto una reducción de unos 37.000 coches en el centro de la ciudad.

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