Un criminal de guerra serbio se suicida en su celda de La Haya
Milan Babic colaboró con Milosevic y luego testificó contra él
Milan Babic, antiguo presidente de la región secesionista serbia de Krajina, en Croacia, se suicidó el pasado domingo en el centro penitenciario de Naciones Unidas en La Haya. Condenado a 13 años de cárcel por crímenes contra la humanidad cometidos en los Balcanes entre 1991 y 1992, debía testificar ayer ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) contra uno de sus antiguos aliados, Milan Martic.
Martic era el jefe militar rebelde serbio de la propia Croacia. Las autoridades holandesas han abierto una investigación sobre el suceso, el segundo de su clase entre procesados del TPIY. En 1998, el también serbocroata Slavko Dokmanovic fue hallado muerto.
Según el tribunal para Yugoslavia, todos sus detenidos internados en el penal de Scheveningen, barrio costero de La Haya, son vigilados de forma regular. "A Babic fueron a verle a las seis de la tarde. Sin novedad. Media hora después, cuando volvieron a comprobar, estaba muerto", señalaron ayer fuentes del TPIY. Una vez constatada la muerte por suicidio, se abrieron las correspondientes diligencias. Babic, de 50 años, cumplía condena fuera de Holanda desde 2004 en un lugar mantenido en secreto. Había regresado en febrero para declarar contra Milan Martic. Este antiguo jefe de policía está acusado de formar fuerzas especiales con las que habría perpetrado crímenes de guerra y contra la humanidad en Croacia. También se le atribuye la responsabilidad por el ataque con morteros contra Zagreb, la capital.
El caso de Babic resulta singular. Era dentista de profesión y alcalde de la localidad de Knin cuando Croacia declaró, en 1991, su independencia de Yugoslavia. Al formarse la denominada República Serbia de Krajina, logró la presidencia. La nueva entidad ocupaba un tercio de territorio croata. En el acta de acusación del fallecido, los fiscales del TPIY señalaban que emprendió una campaña de limpieza étnica contra la población no serbia. Entre los cargos detallados aparecían asesinatos, destrucción de ciudades, persecución y expulsión de ciudadanos croatas y musulmanes.
Tras llegar a un acuerdo con la fiscalía, Babic admitió su responsabilidad, junto con otros líderes serbios, "en una empresa criminal conjunta destinada a expulsar al resto de las comunidades étnicas de una parte de Croacia". Reconoció asimismo haber proporcionado armas a los serbios y distribuido propaganda en favor de dicha etnia. Con esta declaración, el fallecido aspiraba a que los jueces fijaran una pena no superior a 11 años de cárcel. Le impusieron 13.
Alphonse Orie, presidente de la sala que le juzgó, subrayó durante la lectura del fallo "el salvajismo y crudeza del asesinato de más de 200 civiles, en su mayoría mujeres y ancianos". También recordó a los centenares de prisioneros encerrados "en condiciones infrahumanas y las traumáticas secuelas sufridas por los supervivientes". Babic, que era un aliado del ex presidente serbio Slobodan Milosevic, no pudo ocultar su contrariedad. Como parte del pacto con los fiscales, se había comprometido a declarar contra él. Lo hizo en 2002, antes incluso de entregarse al tribunal. Una vez en La Haya, expresó sus remordimientos por lo ocurrido en Croacia. Dijo que se había dejado involucrar en el peor de los crímenes, "la persecución de personas sólo porque no eran serbias". En los datos sobre población manejados por el TPIY figuran 78.000 croatas y 2.000 musulmanes de Krajina en 1991. "Casi todos los ciudadanos no serbios habían sido asesinados, deportados o expulsados" un año después.
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