Rijkaard: "Sueño con pasar y que aplaudan a Mourinho"
El técnico portugués ironiza sobre la necesidad de jugar con 11 para frenar a Messi
Dos semanas después de la victoria del Barcelona en Stamford Brigde, el partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones empezó a jugarse ayer en la sala de prensa del Camp Nou. José Mourinho, entrenador del Chelsea, recogió el hilo en el punto donde dejó el pespunte. Habló de Messi y de lo mucho que condicionan las decisiones arbitrales y, pese a insinuar que no deseaba entrar en la influencia del entorno, valoró el condicionante emocional del trato recibido por unos reducidos grupos de aficionados barcelonistas que le increparon a su llegada, el lunes, y durante el paseo que se dio ayer por el puerto olímpico. Fue antes de que Frank Rijkaard hablara y le ganase por la mano. "Tengo dos sueños: pasar y que el Camp Nou aplauda a Mourinho", afirmó el entrenador holandés.
Rijkaard insistió lanzando un mensaje de extrema deportividad en vísperas de un partido que se prevé de lo más caliente. Ante una sala de prensa repleta de periodistas -el club ha tenido que rechazar solicitudes llegadas incluso de Burkina Fasso-, el técnico azulgrana dijo: "Ojalá el público funcione de forma deportiva y que cuando Mourinho entre en el campo todo el estadio le aplauda. Ha conseguido mucho. Quizá sea el mejor entrenador ahora mismo y, además, ha tenido una historia en el Barça. Eso merece nuestro respeto. Es una ocasión de oro para demostrar la deportividad que ha reclamado Eto'o".
El entrenador del Chelsea tampoco se mostró excesivamente peleón. Trató de imponer su voluntad de hablar sólo de fútbol y esquivó las preguntas referidas a lo acontecido desde que aterrizó en Barcelona. "Eso no es tan importante como el partido", aseguró. "Estoy aquí sentado para hablar de fútbol. Lo que importa es lo que suceda a partir de que el árbitro pite el inicio del encuentro", avisó. Puestos a hablar de fútbol, como hizo tras la ida, habló de Messi, pero al tiempo dejó un recado para el árbitro como si fuera imposible separar un tema del otro. "Para frenar a Messi necesitamos jugar once contra once", dijo. Lo explicó: "Debemos marcarle individualmente y que otro jugador le espere a la salida del regate. Si juegas con diez, no puedes hacer la doble marca". Toda una declaración de principios con un recuerdo para la expulsión de Del Horno en el partido de ida por una fea entrada a Messi.
El lateral español, que, sancionado, no podrá jugar hoy, volvió a aparecer más tarde: "No, no venimos con los mejores. Nos faltan Asier y Essien, los dos sancionados", se lamentó Mourinho, que reiteró su voluntad de no hablar de los árbitros antes del partido y no quiso valorar la designación del alemán Markus Merk. En ese sentido, Rijkaard descartó que el joven Messi mostrara signos de preocupación ante el partido. "Yo le veo bien", coincidió con su entrenador el brasileño Edmilson, que rehuyó hablar del colegiado. Merk, quien fue precisamente el que mostró una rigurosa tarjeta roja a Messi en su estreno con la selección absoluta argentina el 17 de agosto de 2005 frente a Hungría.
Sí se refirió a Merk el defensa portugués Carvalho: "Todos los equipos se quejan del árbitro si se sienten perjudicados". El central del Chelsea, como todos los jugadores del equipo de Fulham Road, vio cómo su entrenador continuaba siendo hostigado ayer por un reducido grupo de aficionados. Mourinho reveló su estrategia: "He querido atraer la atención. Cuando pite el árbitro, ya no podré hacer nada. Pero ellos tienen experiencia. Quizá salga antes que ellos para recibir este ambiente cálido hacia mí".
Si fuera por Rijkaard, no habría insultos: "He visto por televisión lo que pasó en el aeropuerto y no me gustó. Los resultados son importantes, pero es un buen momento para dejar atrás la agresividad". Negó estar jugando su partido: "Preguntas y digo lo que pienso", resumió. La conducta del técnico portugués fue ayer propia del hombre que regresaba a casa. Mourinho saludó efusivamente en las entrañas del Camp Nou a varios empleados del club, incluidos viejos camaradas de batallas, como Chemi Terés: "¿Qué tal, amigo?", le dijo a quien fuera el verdadero traductor de Bobby Robson, con el que se abrazó con cariño en el túnel de vestuarios. "Es que José ha vivido aquí y tiene amigos", recordó Rijkaard.
Mourinho reconoció que el Barcelona afronta el encuentro con doble ventaja: "Ganó en la ida y, emocionalmente, tiene otro punto a favor porque juega en casa". Pero avisó de que no renuncia a dar la vuelta a la eliminatoria. "Perdemos, pero ¿cuántas veces en el fútbol se da la vuelta a un resultado?", se preguntó. Aseguró que mantiene la duda en la alineación de Lampard, aunque el centrocampista inglés se entrenó con absoluta normalidad. Su otra duda es usar la carta de Drogba o la de Crespo, pero no dio pistas. Tampoco fue más allá Rijkaard: "¿Qué partido espera? ¿Abierto, emocionante, excitante o que se resuelva pronto?", le preguntaron. "Algo de eso pasará", se limitó a responder, sereno como siempre.
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