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Los forenses creen que el hombre que tiró a una chica al metro no debe ser imputado

Los especialistas diagnostican esquizofrenia paranoide al agresor de Miriam Alonso

Tres grupos de psiquiatras han explorado en los últimos años a Jorge R. V., el hombre que tiró al metro a la joven Miriam Alonso el pasado 4 de octubre en la estación de Carabanchel. Todos han determinado que sufre esquizofrenia paranoide y que no era dueño de sus actos. Estos problemas mentales le hicieron abandonar la carrera de Medicina y recluirse en sí mismo. Según ha declarado el detenido, fue fraguando la idea de matar a alguien para conseguir el perdón de Dios. Los forenses que le han examinado creen que, al no ser dueño de sus actos, no puede ser imputado.

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El acusado confundía la existencia de Dios con la necesidad de ser perdonado

Mientras tanto, Miriam Alonso, de 20 años, ha sido sometida desde la agresión a seis operaciones para tratar la amputación de una pierna que sufrió a consecuencia de los actos de su agresor.

Jorge R. V., de 23 años, el hombre que tiró al metro a Miriam Alonso el pasado 4 de octubre en la estación de Carabanchel, es inimputable (no se le puede acusar de sus actos). Los graves problemas psiquiátricos que sufre hacen que este vecino de Fuenlabrada no sea consciente de lo que hace. Tres grupos de psiquiatras y psicólogos le han reconocido en los últimos años y todos le han diagnosticado esquizofrenia. A eso se ha unido que no se tomaba su medicación, lo que agravó su estado.

El detenido nació el 28 de agosto de 1982. Es el mayor de cuatro hermanos. Los padres están separados desde hace tres años. Según explicó su madre a los distintos especialistas, fue un niño tranquilo y miedoso, siempre muy apegado a la progenitora. Esos problemas de integración se fueron agravando conforme crecía. En el colegio se sentía marginado y rechazado. Además, tenía muy pocos amigos. "El no saber defenderse le generaba ira y frustración, que podía estallar en agresión", señala el informe redactado por la psicóloga Concepción de la Peña y el forense Manuel García Nart, adscritos a la Clínica Médico Forense de Madrid y al juzgado número 22 de Madrid, respectivamente.

Jorge R. estudió hasta COU sin problemas de rendimiento. Comenzó a cursar Medicina en la Universidad Complutense de Madrid, pero sólo logró aprobar medio curso. Dejó la carrera ante los problemas para concentrarse. En septiembre de 2004, inició Filología Francesa, pero tuvo los mismos problemas. En ese periodo, consiguió algún trabajo esporádico.

Agresión a su padre

El padre de Jorge R., de 63 años, es un policía jubilado que no mantenía buenas relaciones con su esposa, según consta en el informe del psiquiatra forense José Antonio García-Andrade. Esto favoreció que el detenido agrediera a su padre cuando tenía 17 años. Según explicó después, tuvo deseos de matarlo.

Jorge R. fue atendido por primera vez en 1997. El psiquiatra Nicolás Caparrós Sánchez le trató entre octubre de 2001 y junio de 2004. En el inicio del tratamiento presentaba un cuadro de inhibición, perplejidad y estado de ánimo triste. En ese instante aparecían sentimientos de incapacidad y una actitud reticente. "En el transcurso de las sesiones se evidenció que el estado anterior era consecuencia de un brote esquizofrénico que pareció pertenecer a la modalidad de esquizofrenia simple, caracterizada por la ausencia de síntomas productivos, empobrecimiento psíquico y pérdida de iniciativa", recoge Caparrós en su informe.

De los diferentes estudios, se deduce un comportamiento muy retraído con las mujeres. "Su comportamiento sexual aparece desorganizado y no resultaba normalizado. En este contexto destaca un abuso sexual cometido por el informado [Jorge R.], cuando tenía 16 años, [lo que le provocó] graves sentimientos de culpa", recoge el estudio de De la Peña y García Nart. Este episodio también es recogido por otros psiquiatras, pero, en esta ocasión, se saldó con un intento de suicidio.

El paciente tiene graves problemas religiosos y de conciencia, según los diferentes estudios. Jorge R. relaciona sus ideas delirantes de matar a alguien con sus creencias religiosas. "Se sentía un asesino y la humanidad tenía que salvarle a través del perdón, que fuera por un asesinato de verdad. De este modo, se demostraría que Dios perdona a la humanidad, ya que su propio hijo mata [aquí se ve un delirio de grandeza, en el que él sería el hijo de Dios] y le perdona", según el estudio del juzgado número 22.

Esa idea de matar a alguien, en este caso a Miriam Alonso tirándola al metro, se fue fraguando desde dos años antes. Una frase leída en el ordenador ("días como hoy hacen que valga la pena arriesgar"), la interpretó como un mensaje divino. "Esto le hizo pensar en hacer algo malo para dar a entender al mundo que, si Dios no existe, 'esto es el caos', y que, por tanto, debemos unirnos a él", añade.

Un equipo del Samur atiende a Miriam Alonso, arrojada al metro en la estación de Carabanchel.
Un equipo del Samur atiende a Miriam Alonso, arrojada al metro en la estación de Carabanchel.

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