La violencia sectaria se extiende en Irak a pesar de las medidas de excepción
El ministro de Defensa iraquí advierte de que, "si estalla una guerra civil, no acabará nunca"
La extensión del toque de queda en Bagdad y alrededores no logró evitar ayer las venganzas contra los chiíes. Al menos 50 personas, la mayoría pertenecientes a esa comunidad, fueron asesinadas en distintos incidentes. "Si estalla una guerra civil, no acabará nunca", advirtió el ministro de Defensa, Saadún al Duleimi. En un intento de desactivar la explosiva situación, el primer ministro Ibrahim al Yafari convocó en Bagdad a políticos chíies, suníes y kurdos. Al término de la reunión, hicieron un llamamiento conjunto a "acelerar el proceso político".
"Si la situación lo requiere, tenemos la capacidad de desplegar los carros de combate en las calles, pero de momento no queremos tomar esa medida para no limitar las libertades públicas", manifestó el ministro de Defensa. "Si estalla una [guerra civil] todo el mundo saldrá perdiendo y quienes piensan que pueden ganar se equivocan", insistió Al Duleimi, que es suní. Durante una conferencia de prensa transmitida en directo por la televisión iraquí, el ministro rebajó a 119 los muertos hasta ayer en la violencia sectaria desatada tras la agresión a la Mezquita Dorada el miércoles. El recuento de la policía de Bagdad elevaba esa cifra a dos centenares.
La fosa abierta entre las comunidades árabe suní y árabe chií de Irak sigue agrandándose. A las represalias chiíes contra los suníes por el ataque a su santuario, les siguieron ayer nuevos ataques antichiíes en venganza por las agresiones a suníes. Es un círculo vicioso que el Gobierno trata de frenar con draconianas medidas de seguridad que incluyen la prohibición del tráfico rodado en Bagdad y alrededores hasta las seis de la mañana del lunes.
Un atentado de Kerbala reforzó la impresión de que alguien quiere provocar un conflicto civil. El coche cargado de explosivos dejó ocho muertos y medio centenar de heridos, pero su propósito era volar el santuario del imán Husein (nieto de Mahoma), el más importante lugar de peregrinación de los chiíes en Irak. En otra venganza, un grupo de hombres armados irrumpió en la casa de una familia chií en Buhriz, cerca de Baquba, y asesinó a los 12 miembros varones.Además, la policía encontró ayer en distintas zonas de Bagdad 11 cadáveres de hombres asesinados por disparos de bala, cuatro de ellos en un barrio suní.
En una muestra de la demencia alcanzada, ayer incluso fue atacado el funeral de Atwar Bahjat, la periodista de Al Arabiya asesinada junto a dos colegas el miércoles. Primero el cortejo fúnebre fue tiroteado. Luego, cuando los asistentes regresaban del cementerio, un coche bomba estalló junto a la patrulla militar que los escoltaba. Dos soldados y un policía resultaron muertos y seis personas más heridas.
La explosión de violencia sectaria había paralizado el proceso político, un bloqueo que ayer logró romper el primer ministro iraquí, el chií Ibrahim al Yafari, que reunió a representantes de todas las comunidades, incluyendo a los suníes del Frente del Acuerdo Iraquí. "La reunión ha sido positiva y franca", dijo Al Yafari en una intervención difundida por la televisión iraquí. El primer ministro aseguró que habían acordado "acelerar el proceso político" y "firmar un pacto nacional" de las diferentes comunidades.
Por otra parte, el presidente Georges W. Bush, telefoneó ayer a los líderes de las comunidades iraquíes para exhortarles a trabajar juntos para frenar la violencia, informa Reuters.
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