Cuando ella es él
Nadie es perfecto vuelve a Madrid después de dos años de gira. Simon Williams, su autor (Windsor, Inglaterra, 1946), ha sido cocinero antes que fraile: empezó a escribir para la escena después de haber interpretado decenas de personajes en teatro, cine y televisión. Aquí se le recuerda como el capitán James Bellamy de la teleserie Arriba y abajo.
El punto de partida de esta comedia de enredo es un caso de discriminación sexual visto del revés: un escritor divorciado, que ejerce de amo de casa, se presenta a un premio de literatura femenino, lo gana e intenta que no le pillen. Ensaya una voz femenina para dar el pego por teléfono, y se atreve a recibir a la editora... vestido de mujer.
Nadie es perfecto
De Simon Williams. Intérpretes: Amparo Climent, Josema Yuste, Saida Lamas, Andrés Resino. Escenografía: Carlos Montesinos. Traducción: A. Herold, Juli Leal. Adaptación: Paco Mir. Dirección: A. Herold. Teatro Infanta Isabel, Madrid.
Las situaciones que Williams crea son puro disparate, del que saca provecho Josema Yuste, ex Martes y Trece, que está en su salsa: arranca carcajadas, algunas muy merecidas. A veces actúa más de lo necesario, pero en este tipo de papeles, más vale que sobre. La función es para él. El resto de los personajes están escritos para darle la réplica, y sus intérpretes tampoco les sacan más jugo: Andrés Resino se agarra al cliché del viejo divertido, que cautiva a su nietecita (Saida Lamas), y Amparo Climent, al de la ejecutiva agresiva, romántica en el fondo.
Alexander Herold, el director, sabe mover este tipo de comedias. En la memoria está su puesta en escena de Por delante y por detrás, de Michael Frayn, traducida por Paco Mir, de Tricicle, que en Nadie es perfecto ha naturalizado a los personajes y ha creado chistes en español equivalentes a los originales.
El título de la comedia es la frase que el millonario de Con faldas y a lo loco le espeta al músico interpretado por Jack Lemmon, cuando al final de la película éste, vestido de mujer, le confiesa que es un hombre. En Nadie es perfecto (Nobody's perfect) es Helena, la supuesta escritora, quien ha de hacer acopio de fuerzas para confesarle a su editora que es un hombre y que se ha enamorado de ella. El éxito de la versión original llevó a Simon Williams a escribir una secuela: Nobody's fool. En la española, Manolo Codeso estrenó el papel de Gus, el abuelo. Murió con las botas puestas y se quedó en el tintero su proyecto más acariciado: montar El niño de las coles, función que popularizó José Isbert.
Babelia
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