Cataluña 3.0
Planteaba hace ya unas semanas (¿De la paradoja catalana a la europea?, EL PAÍS, 5-9-2005) el riesgo que corremos en Cataluña de pasar de la paradoja catalana a la europea. Dicho de otra manera, la posibilidad de que el aumento de los recursos públicos destinados a proyectos y actividades de investigación y desarrollo (I+D) no comportara un aumento real de nuestra capacidad de innovación ni, en último término, la creación de nuevo tejido productivo, que es la base de un sano crecimiento económico.
Avancemos un poco más en esta reflexión. Y para ello empezaremos haciendo referencia al reciente toque de alerta que ha dado la Cámara de Comercio de Barcelona sobre dos hechos preocupantes: el práctico estancamiento de nuestras exportaciones desde 1999 y la caída en 13 puntos de la tasa de cobertura exterior catalana durante los últimos siete años. A estos dos síntomas de la situación de nuestra economía productiva se les podrían añadir otros, como el imparable descenso de las inversiones extranjeras en España y en Cataluña, y la permanente diferencia de inflación con Europa. Podríamos mencionar asimismo la situación de Cataluña en la cola de las regiones europeas, según los mas recientes informes del European Innovation Scoreboard
Hay que potenciar espacios urbanos con condiciones estructurales que favorezcan la economía creativa
Todo ello configura un panorama de pérdida de competitividad de nuestra economía causada por un cambio de modelo tecnológico. No entraremos en las características de este nuevo modelo, por otra parte suficientemente conocido, sino en la forma en que podemos cambiar el sistema catalán de innovación tradicional, que tuvo su origen en la revolución industrial del siglo XIX (Cataluña 1.0), que se adaptó positivamente, y en algunos aspectos brillantemente, a la nueva revolución industrial del siglo XX (Cataluña 2.0), pero que ya no sirve para pasar a la revolución del conocimiento propia del siglo XXI (Cataluña 3.0).
¿Cómo podemos avanzar en la construcción de este nuevo modelo de innovación, propio de la nueva economía global basada en el conocimiento? Vamos a apuntar algunas de las características que debería tener este nuevo paradigma y, por contraste, algunos de los elementos que deberíamos saber evitar.
Para atraer talento y nuevas inversiones productivas de alto valor añadido, hacen falta entornos con suficiente masa crítica. Como afirma el arquitecto y urbanista David Nieh, ciudades y regiones necesitan concentrarse en dos aspectos: "permanecer conectadas a la red de conocimiento global y facilitar espacios e infraestructuras para atraer y retener las personas que puedan hacerlo posible". Sería algo similar a las conocidas 3T de Richard Florida: "technology, talent and tolerance".
Se trata, pues, de potenciar espacios urbanos o metropolitanos en los que se den las condiciones estructurales y funcionales para favorecer el desarrollo de la economía creativa. Espacios concretos, como el Parc Barcelona Media en el Distrito 22@, entre otros. Estos nuevos espacios favorecen la innovación y el nuevo tejido productivo. No se trata de difundir ideas más o menos imaginativas, con aparente brillantez académica, ni de propagar nombres rimbombantes y logos llamativos, sino de promover proyectos y de saber gestionarlos, de concretar objetivos, recursos, medios, prioridades y calendarios.
No se trata de repartir recursos públicos por el territorio, se trata de desarrollar sectores productivos, clusters de empresas nuevas y ya existentes. Se trata de concentrar esfuerzos en aquellos sectores y actividades donde, con el acuerdo y el protagonismo de las empresas, podamos tener ventajas competitivas a escala global.
Ha llegado también el momento de otorgar al sector de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) la importancia que merece, porque transforma el conjunto de la economía y tiene un altísimo crecimiento en todo el mundo. La actual distribución de competencias entre los departamentos de la Generalitat no favorece la aplicación de una nueva política, basada en la concertación público-privado, que refuerce subsectores, servicios e infraestructuras, como están haciendo países como Corea, India y Finlandia, entre otros. Tengo la impresión de que llevamos demasiados años perdiendo el tiempo en este sector y nuestros competidores van a la velocidad de la luz.
Deberíamos tener la capacidad de dibujar y hacer posible la Cataluña 3.0 que necesita el país y que merecen nuestros hijos. Éste es el reto al que nos enfrentamos.
Miquel Barceló es doctor ingeniero industrial y economista. mbarcelo@ictonline.es
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