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Reportaje:

ONG en la junta de accionistas

Compran acciones para influir en la estrategia de las grandes compañías

Cinco años después de que la ONG Setem se involucrara en la junta de accionistas de Inditex -con la compra de 120 acciones valoradas en su momento en 1.200 euros-, la compañía creó un departamento de Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Recientemente, gracias a la presión interna de Setem, anunció su ingreso en la ETI (Etical Triding Iniciative), un organismo independiente que tiene el objetivo de mejorar los códigos de conducta en las cadenas de producción.

Inditex es la primera compañía textil en España y la cuarta en el mundo. Según Xoan Hermida, de Setem, en 2001 también era la menos transparente en sus prácticas en los países pobres. La estrategia de Setem tenía como objetivo la denuncia: hacer oír su voz a los accionistas para cambiar el modo de actuar de la compañía. "Hoy podemos decir que los resultados han sido importantes", afirma Hermida. "Ahora, Inditex es mucho más activo en RSC. La relación con ellos, que había sido tirante, es hoy de diálogo constante".

La compra de acciones suele ser parte de una campaña más amplia de denuncia que se combina con las protestas o demandas judiciales

La compra de acciones realizada con el objetivo único de cambiar los modos de actuar de las compañías es antiguo. Le llaman activismo accionarial y desde los años setenta muchas organizaciones, sobre todo en EE UU, vienen trabajando en ello. Uno de los precursores es el Interfaith Center on Corporate Responsibility (ICCR), un grupo de religiosos que lleva más de 30 años invirtiendo en empresas para tener voz y voto. Con una cartera combinada de más de 110.000 millones de dólares, ha logrado influir en las juntas de accionistas de la multinacional Wal-Mart. Aunque en España es relativamente nuevo, tan viejo es el sistema de comprar acciones que existen incluso manuales para personas que se especializan en asistir a las juntas de accionistas.

La ONG Amigos de la Tierra -que en España una vez compró acciones en Endesa- tiene en Internet un manual (en inglés) que explica cada uno de los pasos que se deben seguir. Existen dos modos de influir en las decisiones de los accionistas: por medio del diálogo (cuando la ONG mantiene sus acciones por años para ir cambiando poco a poco la empresa) o cuando se quiere cambiar un asunto puntual, como hizo Greenpeace al comprar acciones de Shell. El objetivo era que reemplazaran el uso de combustibles fósiles por energía renovable. Cuando logró resultados, vendió las acciones.

Pero no todo se logra. La compra de acciones suele ser parte de una campaña más amplia de denuncia -la de Setem forma parte de la campaña Ropa Limpia- que se combina con otras herramientas, como las protestas e incluso demandas en tribunales. Juan López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace, explica que "no se puede medir exactamente qué de todo lo que hace la ONG para presionar es lo que produce un cambio y, por tanto, es difícil medir la efectividad de la compra de acciones".

En abril de este año, Setem denunció el derrumbamiento, en Bangladesh, del edificio de una de las empresas que producía ropa para Europa (una de ellas era Inditex). El derrumbe dejó 64 muertos, heridos y unos 5.000 trabajadores sin empleo, que aún no han sido indemnizados. Los cimientos de la fábrica se encontraban en mal estado. Un portavoz de Inditex asegura que su compañía desconocía, hasta el momento del accidente, que las personas a las que les encargaban el trabajo subcontrataban a otra fábrica (la subcontratación está prohibida).

Según Setem, "de las conversaciones mantenidas por Ropa Limpia con las distintas empresas involucradas, la compañía gallega ha sido la que ha mostrado una iniciativa más comprometida, mientras que Karstadt-Quelle, Carrefour o Cotton-Group, todas ellas pertenecientes al Business Social Compliance Initiative (BSCI), se muestran algo más reticentes".

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