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Entrevista:MICHAEL WINTERBOTTOM | Codirector de 'El camino a Guantánamo' | 56º FESTIVAL DE BERLÍN

"El espectador entra en una pesadilla"

El director británico Michael Winterbottom (Blackburn, Lancashire, 1961) logró anoche el Oso de Plata a la mejor dirección por The road to Guantánamo (El camino a Guantánamo), en la que narra la peripecia de cuatro jóvenes británicos de origen paquistaní que viajan a una boda al país de sus padres poco después de los atentados del 11-S. Desde Pakistán siguen a Afganistán con la idea de ayudar a sus hermanos musulmanes e informarse de lo que allí ocurre. La excursión concluye en la base de Guantánamo, donde pasaron dos años y medio presos, sospechosos de ser terroristas islámicos.

En un encuentro con periodistas en Berlín contó Winterbottom cómo surgió la idea de hacer la película: "Cuando supe lo que sucedía en Guantánamo, cuando me enteré de que los norteamericanos habían instalado un campo de internamiento dentro de su base militar en la isla de Cuba para no verse obligados a aplicar la ley americana y así mantener personas presas sin ninguna garantía legal, sin juicio, sin nada, me quedé estupefacto. Se informó algo sobre los casos de Ruhel, Shafiq y Asif, y cuando los liberaron se volvió a tratar el tema en los medios. Me pareció una historia extraordinaria y pensé que podía ser una película. Así que nos pusimos en contacto con ellos a través de su abogada. Les explicamos que si ellos querían contar su historia, nosotros estábamos dispuestos a rodarla".

"Muchos musulmanes quisieron evitar verse relacionados con sospechosos de terrorismo. La comunidad musulmana británica no les arropó"
"Guantánamo supone el secuestro de personas. No es otra cosa. Es una actividad criminal. Y a la gente se le juzga por eso"
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Al lado de Winterbottom, el codirector del filme, Mat Whitecross, añade: "Al principio estaban preocupados. Después de lo que sufrieron es muy duro relatarlo paso por paso. Poco a poco empezaron a contar cosas a sus amigos y familiares. Supone un esfuerzo considerable entrar en los detalles de un trance tan difícil. Me pasé alrededor de un mes conversando con ellos. Sacamos unas 600 páginas de transcripciones, que sirvieron de base para empezar el relato y hacernos una idea de la historia".

Winterbottom explica así lo que le atrajo del tema: "Se trata de unos adolescentes que se fueron de vacaciones, a una boda, y que te relatan cómo se ven de pronto convertidos en un género de terrorista tan peligroso que es necesario construirle una prisión especial. Ninguno de nosotros sabe lo que eso supone, nunca lo sabremos, pero me gusta que su relato no gire sobre el trauma sufrido, sino sobre cómo se sintieron confortados en su fe, que ya tenían antes de ser internados, pero que les benefició y proporcionó la fuerza para sobrevivir a aquella situación terrible. Es hermoso cómo, al final de la película, podemos asistir por fin a la boda de Asif, el objetivo del viaje".

Sobre la elaboración de la película declara Winterbottom: "No nos bastaban las entrevistas, así que elegimos recrear las escenas. Es posible que no sea el recurso cinematográfico más elegante, pero nos pareció que se ajustaba a nuestras intenciones de contar la historia de un modo eficaz. Y creo que logramos el efecto deseado. El espectador sale del cine pensando que se debe cerrar Guantánamo, que no es tolerable que se encarcele a personas sin protección jurídica. Para conseguirlo, la película debe mantener cierta crudeza".

Sobre la selección de los actores de ficción, explica Winterbottom: "Queríamos encontrar actores que fueran como los muchachos reales antes de pasar por Guantánamo. Jóvenes que no tuvieran mucho interés por la política ni los asuntos religiosos. Colegiales, en definitiva. Es complicado encontrar actores así. Hay que salir a buscarlos, porque ellos no van a un casting. Pero una vez dimos con ellos, estuvieron magníficos".

"Hemos dejado muchas cosas fuera de la película", continúa el director, "fue difícil seleccionar lo que había que incluir. Quisimos mostrar el camino que siguieron para acabar en Guantánamo, y lo más terrible de todo, que es no saber qué sucederá con uno, ni siquiera dónde estás. Los muchachos nunca habían oído hablar de Guantánamo".

Cuando regresaron al Reino Unido, los jóvenes se encontraron con el rechazo de su propia comunidad. "Muchos musulmanes quisieron evitar verse relacionados con unos sospechosos de terrorismo. Fue una situación muy dura para los familiares. La comunidad musulmana británica no les arropó".

Se muestra un poco escéptico el director británico respecto a la eficacia de la película para provocar cambios en EE UU: "No creo que una película pueda cambiar gran cosa, pero uno espera que la prensa, la televisión, las películas cumplan poco a poco una cierta función recordatoria para la gente, para que no olvide. La idea es que el espectador pueda ponerse en el lugar de los protagonistas. Que se imagine lo que significaría para alguien como usted mismo entrar en semejante pesadilla. Esperamos que esto impresione y despierte la conciencia sobre Guantánamo, que aún funciona". Añade Winterbottom: "Me da la impresión de que en EE UU se extiende la opinión de que deberían cerrar Guantánamo. Creo que muchos americanos están convencidos de que Guantánamo es un error ético. Muchos creemos que antes o después se cerrará, bajo esta Administración o la próxima".

Está convencido de que "no puedes democratizar un país con bombas, ni obligar a las personas a que abandonen su religión. Eso no funcionará nunca. No veo nada malo en que estos muchachos consolidaran en Guantánamo su fe religiosa, fue muy bueno para ellos. Supongo que no es positiva una política que radicalice más a personas que pueden ser receptivas a cierto tipo de ideas".

Sobre el rodaje, el director de In this world explica que escogieron Irán para recrear Afganistán: "El paisaje es muy similar y la población consiste en una mezcla de etnias parecida. En Afganistán rodamos las escenas del viaje. Las de los bombardeos y las de la prisión las rodamos en Irán. Una vez en Irán, ya nos decidimos a rodar allí también las escenas de Guantánamo". Se ríe y añade: "Pedimos permiso para rodar en Guantánamo, pero no les hizo mucha gracia".

Winterbottom cree que no debe comprometerse de forma personal contra Guantánamo: "No confío mucho en los que hacen cosas sin conocer bien los hechos y las formas. Nosotros sólo sabemos lo suficiente para hacer una película. Hacer películas no me capacita para andar por el mundo conferenciando sobre cualquier tema, aunque éste me preocupe de forma personal. Es mejor que lo hagan los que están más capacitados que yo para eso". Sobre la participación británica en los hechos que narra la película Winterbottom sostiene: "Es irritante la distorsión del lenguaje en el discurso sobre la defensa de la libertad. Si aplicas este enunciado a Guantánamo significa que has perdido la conexión con la realidad. La verdad es que Guantánamo supone el secuestro de personas. No es otra cosa. Es una actividad criminal. Y a la gente se le juzga por eso".

Michael Winterbotton, durante su paso por la Berlinale.
Michael Winterbotton, durante su paso por la Berlinale.REUTERS
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