"La ley deja fuera a niños que son dependientes"
La antropóloga María José Capellín (Cangas de Onís, Asturias, 1950), directora de la Escuela de Trabajo Social de Gijón, ve "muy positivo" que, tras 30 años de democracia, por fin se esté tramitando una ley que reconoce como derecho para todos los ciudadanos la protección de la dependencia. Capellín ofreció ayer en San Sebastián la conferencia El cuidado es un trabajo oculto, organizada por la plataforma de mujeres Plazandreok.
Pregunta. ¿Aprecia sombras en el anteproyecto de ley de Dependencia?
Respuesta. Me preocupa sobre todo que la ley no cuelgue de la Seguridad Social y deje el derecho y el desarrollo financiero en manos de pactos anuales entre el Estado y las comunidades autónomas. Eso implica que cada cambio político y económico puede dejar muy en el aire el derecho. Sería más positivo, y espero que se fije así, que la ley fuese una prestación no contributiva, pero a cargo de la Seguridad Social. Es decir, que se pague con los impuestos generales, lo mismo que la Sanidad, gestionada por las autonomías.
P. ¿Algún aspecto negativo más?
R. Me parece un error que deje fuera a los niños de 0 a 3 años. Tampoco aclara qué va a pasar con las personas con enfermedades o discapacidades mentales.
P. ¿Por qué quedan fuera?
R. Porque creo que la ley está demasiado pensada para los ancianos.
P. ¿La ley favorecerá que los cuidados dejen de ser un trabajo oculto?
R. Sí, pero no tanto como esperábamos. Va a emerger ese trabajo, porque la ley reconoce el trabajo de las cuidadoras informales en la familia con un apoyo económico y la cotización a la Seguridad Social, pero esto deja otra vez al albur de la financiación y los pactos genéricos la necesaria construcción de servicios públicos.
P. ¿Existe el peligro de que no se construyan?
R. Claro. Los movimientos de mujeres no defendemos, aunque es difícil oponerse, que se subvencione a la mujer que cuida en el seno de su familia, sino que se cree un sistema de servicios públicos que permita a la mujer desarrollar su carrera profesional trabajando en cuidados, como en los países escandinavos. Lo contrario es un poco una trampa, porque esa ayuda va a ser en la práctica para las mujeres de la familia, no para los varones.
P. La ley no hará que los cuidados dejen de pivotar sobre las mujeres.
R. Eso no lo logra una ley, pero si se desarrollase un sistema de servicios sería más fácil la transformación cultural. Los niños, por ejemplo, han sido tradicionalmente tarea de las madres, pero cuando empezaron las guarderías se empezaron a incorporar los hombres a ese tipo de trabajos.
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