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Pyleva huye de Italia

Olga Pyleva, la menuda rusa de 1,64 metros y 57 kilos que dio el primer positivo en los controles antidopaje, fue sancionada con dos años por la Federación Internacional de Biatlón y se marchó ayer a su país. Oro en Salt Lake City 2002 en los 10 kilómetros y plata aquí en los 10 tras fallar sólo un tiro de 20, erró su mayor disparo. Esta madre siberiana de un niño de nueve años repitió en su defensa que no sabía de la existencia del estimulante prohibido, carfedón, en el Fenotropil que tomaba para curarse una lesión de tobillo. "No me he dopado intencionadamente", dijo; "estoy avergonzada y me pensaba retirar, pero no así. Pido perdón". No le sirvió de nada. La médico que se lo recetó, Nina Vinogradova, también suspendida por dos años, dijo que denunciará al fabricante por no ponerlo en el prospecto.

Zanjada la esperada sanción deportiva, ayer aún planeó la civil. Las leyes italianas consideran delito el uso ilegal de sustancias, pero no obligan al acusado a quedarse en el país. "No creo que me vayan a procesar. Espero que no me suceda nada", musitaba Pyleva que, por si acaso, huyó rápidamente. Pensaba quedarse un tiempo en Italia, pero el médico del equipo ruso comentó poco después que ya estaba en el aeropuerto para volar a Moscú y Siberia. Claramente, tanto Rusia como el COI se la quisieron quitar de encima para evitar más escándalo y vergüenza. La fiscalía de Turín anunció que debía intervenir, el COI le pasó el expediente y Mario Pescante, el jefe italiano de Turín, particular miembro del COI que acaba de perder significativamente en su propia casa la votación para una de las vicepresidencias, sentenció: "El procedimiento legal irá adelante. Si hay delito, tendrá que responder por ello".

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