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Reportaje:MÚSICA

Una Carmen que no es de Bizet

El Liceo barcelonés tiene en cuenta durante esta actual temporada un título operístico de Enrique Granados que llama poderosamente la atención, María del Carmen. Basada en un texto del dramaturgo José Feliú y Codina, autor igualmente de La Dolores, la partitura de Granados se dio a conocer en el Teatro de Parish de Madrid el 11 de noviembre de 1898, con bastante buena acogida. Incluido el errátil elogio de la crítica que destacó la sabia utilización de temas y giros de origen popular, en este caso murcianos, entre los que se desarrolla esta tragedia rural con final feliz, y el vigor de su traducción musical donde el remanso lírico se contrasta con los momentos dramáticos, todo ello envuelto en un lujurioso soporte orquestal.

Tras el estreno madrileño, en el Tívoli de Barcelona, cosechó seis meses más tarde una similar acogida, augurando un cómodo futuro a la obra que el paso del tiempo echaría por tierra. El Liceo barcelonés se acordó tardíamente de María del Carmen, el 28 de diciembre de 1935 como adelantado homenaje al compositor veinte años después de su muerte. Fue entonces dirigida por Juan Lamote de Grignon e interpretada por su amiga, protegida y puede que también musa, la mejor difusora de sus canciones, Conchita Badía. La directiva del teatro con esta elección demostró sutilezas: sería casi macabro programar la más socorrida Goyescas, teniendo en cuenta que el estreno neoyorquino de esta obrita en 1916 fue el causante directo de la trágica desaparición del compositor y su esposa en las frías aguas del Canal de La Mancha en su retorno a Europa, al ser torpedeado su barco por un submarino alemán. Dentro de las maletas sobrevivientes al naufragio se encontró la partitura de María del Carmen que Granados, inútilmente, había intentado ofrecer en el Metropolitan.

María del Carmen es la prime-

ra ópera escrita por Granados, la que el compositor destacaba como predilecta. Pese a esto no tuvo un futuro. Pero, de improviso, el Festival de Wexford, que desde 1951 se dedica en esta recóndita localidad irlandesa a la busca y captura de los títulos más inverosímiles del repertorio lírico nacional e internacional, se acordó de esta interesante muestra del talento teatral de Granados. Y la ofreció en el otoño de 2003, representada (en el Liceo, dada su discutible afición a ello, se ofrecerá en concierto) en producción escénica y decorados del mexicano Sergio Vela (el del Così fan tutte del Festival Mozart coruñés) y dirigida musicalmente por el también responsable de su edición, el madrileño Max Bragado-Darman. Marco Polo, a continuación, la distribuyó discográficamente para satisfacción del aficionado lírico.

Al contrario del equipo multinacional de cantantes reunidos en Wexford, para las tres funciones anunciadas en el Liceo durante este mes de febrero, todos sus intérpretes son aborígenes, a excepción de David Pittmann-Jennings, mientras que la batuta de Josep Caballé-Domenech sustituye a la de Bragado-Darman. Oportunidad de acercarse con esta exhumación a una partitura que merece atención por sus logrados ambientes y por su talante teatral, mucho más idónea para desarrollarse en un escenario que la más conocida Goyescas, la cual, pese a sus muchos méritos musicales, como tinglado escénico apenas se sostiene.

Las funciones de María del Carmen son el 19, 22 y 25 de febrero.

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