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Montserrat exhibe 160 iconos bizantinos y eslavos de los siglos XVII al XX

Una nueva sección del museo ambientada como una iglesia oriental acoge las obras

El Museo de Montserrat presentó ayer su nueva sección dedicada a la exposición de una colección única en Cataluña, de 160 iconos bizantinos y eslavos, que datan de los siglos XVII al XX, y que, pertenecen, en gran medida, a la colección particular de Joan Josep Bruguera, cedida temporalmente al monasterio. La nueva sección del Museo de Montserrat, centro que cuenta con una de las colecciones más importantes en pintura catalana de los siglos XIX y XX, se suma a las ya existentes dedicadas a orfebrería, pintura antigua y el Oriente Bíblico.

Para albergar la nueva colección, el Museo de Montserrat ha adaptado una parte de sus instalaciones reproduciendo el ambiente cálido de la luz amarillenta típico de las iglesias orientales, que se adecua a la perfección con el arte expuesto, con mucha presencia de los colores dorados. La ambientación del espacio es una combinación de la iluminación y de la decoración con piezas ornamentales procedentes en gran medida de elementos que habían estado en la basílica de Montserrat.

La entrada, por ejemplo, se enmarca con dos partes de un confesionario y la salida, con el marco de un armario de uso religioso. Dos lámparas votivas dan la bienvenida al nuevo espacio y, en el interior, la iluminación directa de las salas procede de las viejas lámparas de la basílica.

La colección de iconos bizantinos y eslavos recibe el nombre de Phos Hilaron, un canto típico de las iglesias orientales. Las piezas provienen, en gran medida, de la colección particular de Joan Josep Bruguera, que ha cedido el fondo durante cuatro años al Museo de Montserrat para que sea expuesto de manera permanente. A partir de ese plazo, la renovación de la exposición se hará de manera automática pero anualmente.

Los responsables de la exposición son a partes iguales el director del museo, el padre Josep Calassanç Laplana, y el pintor rumano Raül Galusca. Ellos presentan una exposición dividida en cuatro ámbitos en función de la temática de la obra expuesta.

Luz dorada

El primero de estos apartados es sobre la figura del pantocrátor; el segundo, aborda el tema de la divina liturgia bizantina con imágenes de la crucificción; el tercero está dedicado a la Virgen y el último a la iconografía de los santos. Josep Calassanç Laplana destacaba ayer que la escenografia y la iluminación pretenden que los iconos "sean vistos con la luz dorada propia de una iglesia ortodoxa y que el espectador se encuentre trasladado a un ambiente apropiado". Raül Galusca, por su parte, destacaba el valor de las obras, la intencionalidad, la transmisión del mensaje, y de valores que son propios del cristianismo pero ampliables a cualquier cultura, como "el deseo de la felicidad o la necesidad de ser amado".

El padre abad, Josep Maria Soler, subrayaba los nexos de unión que permite ver la exposición entre las iglesias de Oriente y de Occidente de Europa. Josep Maria Soler destacó la voluntad de "acercar" Occidente y Oriente, y de unir "los dos pulmones de para que la iglesia vuelva a respirar con los dos a la vez". De hecho, ayer, él mismo estuvo acompañado de Vladimir Abrosimov, rector de la parroquia del patriarcado de Moscú en Barcelona, y Jaume Hereu, ecónomo de la parroquia de la Marededéu de la Tendresa de Girona, del patriarcado serbio.

A partir de ahora, el visitante del Museo de Montserrat encontrará en el mismo las secciones dedicadas a Oriente Bíblico, a piezas de orfebrería, a pintura antigua y a pintura catalana de los siglos XIX y XX, además de la reproducción del ambiente de una iglesia oriental con las obras bizantinas y eslavas.

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