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Entrevista:JOSÉ MARÍA PÉREZ ZÚÑIGA | Novelista | SIGNOS

"Granada y Praga están cargadas de historia, pero a la vez son muy mágicas"

A pesar de su juventud, José María Pérez Zúñiga (Madrid, 1973) ha fraguado una amplia trayectoria literaria que se ha visto premiada con la publicación de su última novela, Rompecabezas, en la editorial Seix Barral. Capaz de recoger lo mejor de la novela negra con un excelente pulso fantástico, su último trabajo convierte al escritor afincado desde hace años en Granada en una de las más firmes promesas de la literatura española.

Pregunta. ¿En qué consiste Rompecabezas?

Respuesta. Es una novela, cuyo argumento podríamos resumir así: Julio Brito, un desempleado que no sabe qué hacer con su vida, recibe la visita de un inquietante ángel femenino que le propone buscar a su padre, que abandonó la ciudad hace cinco años, justo los que han pasado desde la muerte de su madre. Atraído por la mujer y por el deseo de escapar de su existencia anodina, Julio Brito emprenderá una búsqueda real y personal, sin saber que ésta le llevará a las zonas más oscuras de sí mismo.

P. ¿Por qué el tema del doble en su novela?

R. El tema del doble, o el de la identidad, lo había abordado anteriormente, aunque desde otras perspectivas. El protagonista hace un viaje circular, y doble: por el mundo de la realidad y el del sueño. Esto le lleva a estar en dos ciudades al mismo tiempo: Granada y Praga; y en dos tiempos: el pasado -su infancia, fundamentalmente- y el presente, lo que al igual que en la vida, tendrá sus consecuencias en el futuro: que Julio Brito se convierta quizá en un parricida.

P. ¿Es todo ficción?

R. Es una obra de ficción, sin duda. Pero lo es en cuanto a que su mundo es de placeres y miedos, como los sueños. Y los sueños, como la ficción, nos sirven para entendernos mejor.

P. La historia se desarrolla entre Granada y Praga. ¿Resulta más difícil hablar de la propia ciudad?

R. La verdad es que me he sentido muy cómodo con ambas ciudades. Las escogí porque se prestaban a las simetrías de la novela, y porque las conozco bien. Ambas ciudades están cargadas de historia, pero a la vez son muy mágicas, incluso simbólicas. Las dos poseen una historia real, muy conocida, y otra, podríamos decir, subterránea, que no se conoce tanto. Y en la novela tienen mucha importancia los símbolos: el castillo, el río, el agua... Las dos tuvieron (y tal vez aún tengan) sociedades secretas. Y daré un dato, como curiosidad: sus dos líneas principales de autobús, que hacen un recorrido circular, como Julio Brito por su vida, son la 11 y la 22, respectivamente.

P. Deja abierta, a través de la ambigüedad, varias puertas que conducen a lecturas diferentes.

R. Pienso que sí. De hecho he trabajado mucho la ambigüedad de los detalles, los lugares y la trama. Todo puede tener una doble lectura: una pasa por la intriga y el misterio o la aventura; la otra es una reflexión sobre el peso del pasado y nuestros actos y los fantasmas de la identidad.

P. Plantea lo onírico como parte de nuestras vidas. ¿Se trata de una concesión a la fantasía o de una convicción propia?

R. Más que una convicción me parece un hecho que los sueños, o la parte onírica de nuestra vida, tienen su influencia. No voy a descubrir ahora nada nuevo, basta con leer a Jung o Freud para comprobarlo, pero yo quería incidir literariamente en esa relación. En ese sentido, la novela pretende funcionar como nuestra vida. No son dos mundos paralelos, sino un único mundo con dos vertientes que se entrelazan: lo que ocurre en uno tiene su influencia en el otro, y viceversa. A eso se refiere la cita inicial, de Epiménides: "La frase que sigue es falsa. La frase que la precede es verdadera".

P. De hecho, la novela parece estar a medio camino entre el género fantástico y la novela negra.

R. Sí. De la novela negra he tomado, además del tema del doble, la forma de narrar. El lector puede ver a través de los ojos del protagonista como en las novelas de misterio a través de los ojos del detective, que puede ejercer de narrador y es el que suele desentrañarlo.

P. Hace un homenaje en la novela a Justo Navarro. ¿Qué importancia tiene en su obra?

R. De Justo Navarro he aprendido que la narración y la ficción pueden ofrecerte la mirada más intensa, inquietante y perspicaz. Como él mismo diría, la narración debe ser una reflexión sobre el mundo y la reflexión debe ser una narración de hechos concretos. Es un maestro y un amigo. Pero en Rompecabezas este homenaje cumple también una función en la trama: el título de la novela que está leyendo el protagonista cuando se desencadena la acción es El doble del doble. Es un modo de introducir el tema principal de Rompecabezas, y de sugerir que todo lo que le ocurre a Julio Brito podría ser fruto de su imaginación.

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