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La torre quedó destruida en 10 horas, eternas para los bomberos

Las llamas se encargaron de hacer el resto. Los bomberos sólo tenían escaleras con una longitud de 50 metros de altura. Llegar al piso 21 y a los superiores parecía misión imposible de esta manera. La decisión fue atajar el fuego desde fuera con potentes chorros para enfriar el edificio, aun sabiendo que nunca alcanzarían el foco.

La madrugada se hizo eterna para los bomberos. Las autoridades obligaron a desalojar todos los alrededores del gigante edificio, mientras las partes que no pertenecían a la estructura se iban viniendo abajo.

El incendio se convirtió en un espectáculo que acudieron a presenciar en directo miles de madrileños. Otros muchos no se despegaron de la televisión. La mayoría de las cadenas interrumpieron las programaciones y ofrecieron las espectaculares imágenes en directo. Las llamas tenían un color azul por lo que se supone que las temperaturas se aproximaron a los 1.000 grados centígrados.

El fuego avanzó a sus anchas hasta que llegó a la segunda planta técnica del edificio, la situada en el quinto piso. Se trataba de una gruesa plancha de hormigón similar a la de la planta 17. Ya en este punto debería de haberse frenado el avance de las llamas, pero algo falló. La estructura metálica quedó hecha un amasijo de hierros y gran parte cayó a la calzada envuelta en llamas, lo que causó momentos de pánico. Se pensó entonces que el fuego podía expandirse por el cercano Corte Inglés o por los bajos de Azca. Lo único que resistía era la estructura central de hormigón del Windsor.

A las siete de la mañana, centenares de bomberos, sanitarios, policías, autoridades y curiosos rodeaban el enorme fuego, que prácticamente había arrasado toda la torre. Las llamas habían alcanzado ya las primeras plantas. Sobre las 13.30, los bomberos habían lanzado unos seis millones de litros de agua. Seis horas más tarde, a las 19.20, el director general del departamento, Medardo Tudela, dio por extinguido el incendio.

Terminado en 1979

A la virulencia del incendió se unieron otras circunstancias que permitieron que las llamas consumieran el Windsor hasta las cenizas.

El edificio fue construido entre 1974 y 1979 sobre una planta de 40 metros de largo por 25 de ancho. En aquel entonces no existían los sistemas antiincendios que se comercializan ahora. Cuando se produjo el fuego estos sistemas estaban siendo sustituidos para adaptarlos a la normativa actual: la Ley del Fuego de la Comunidad de Madrid. De hecho, si los sistemas de detección y extinción (rociadores) hubieran funcionado, el fuego habría quedado en un conato, según los especialistas.

Además, al tratarse de un inmueble antiguo no había puertas antisellantes. Y, las plantas que debían de ser estancas para frenar el paso de las llamas, no lo eran. Todo falló. Eso, unido a una serie de negligencias y circunstancias en cadena, determinó que el octavo rascacielos más alto de Madrid quedara reducido a hierros y escombros en cuestión de horas.

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