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Reportaje:

El cine se hace para el sofá

Las salas ya representan sólo el 16% de los ingresos de Hollywood. DVD y televisión aportan el resto. Directores y productores opinan sobre las consecuencias del dominio de la pequeña pantalla.

Andrea Rizzi

Los cines estadounidenses vendieron en 2005 unos 1.400 millones de entradas. La cifra, aparentemente espectacular, representa en realidad el enésimo retroceso de un mercado cuya espiral negativa afecta a casi todos los países occidentales. En España, por ejemplo, hubo en 2005 unos 126 millones de espectadores: un 12% menos que el año anterior. Pero lo interesante del caso estadounidense es que, alcanzada esa cifra, en el reino de Hollywood ya se venden más DVD que entradas: los estadounidenses compraron en 2005 unos 1.600 millones de DVD. Si se considera que el precio medio de la entrada es allí la tercera parte del de los DVD, resulta claro donde está el negocio.

La Motion Picture Association, que representa los grandes estudios estadounidenses señala que sólo el 16% de los ingresos mundiales de éstos proceden de las salas. El 47% corresponde a DVD y videocasetes. El resto, básicamente, a derechos televisivos. El total, en 2004, ascendió a unos 37.500 millones de euros.

En EE UU se vendieron 1.600 millones de DVD y 1.400 millones de entradas en 2005

El escenario no se repite con características idénticas en Europa. En España se vendieron, en 2004, 31 millones de DVD y vídeo, según la Sociedad General de A autores y Editores (SGAE). Mucho menos que en EE UU, pero casi el doble que cinco años antes. La dinámica sugiere por tanto que el modelo estadounidense no está tan lejos. En Europa también baja el número de espectadores en las salas y crece el mercado del vídeo casero.

Estas cifras han llevado a algunos analistas a calificar el estreno en salas como una fase más del lanzamiento publicitario de un filme. Como un desfile. Muchos señalan que en Hollywood ya no se crean películas, sino propiedades intelectuales explotables en varios formatos, videojuegos y merchandising entre ellos. La parte gorda del botín no está en la gran pantalla, sino en la pequeña.

Pero además de ayudar a entender, las mismas cifras ponen preguntas: ¿cuál es la influencia que esta realidad económica puede tener a medio y largo plazo sobre la realidad creativa del cine? ¿Cómo afectará a las películas el hecho de que ganen y se vean mucho más en la pequeña pantalla que en la grande? ¿Habrá cambios a la hora de escribir, elegir y rodar guiones?

Las preguntas adquieren particular interés después de que el cineasta Steven Soderbergh decidiera lanzar contemporáneamente en salas, DVD y televisión su nueva película, Bubble. ¿Cuánto más va a caer el número de espectadores en las salas, si las películas se encontrarán inmediatamente disponibles en otros formatos?

"Estamos pasando de un modelo basado en la gran pantalla a otro basado en el home video, eso está claro", observa Manuel Gutiérrez Aragón, director de películas como Demonios en el jardín y la recién estrenada Una rosa de Francia. "El riesgo es que en la transición se pierdan espectadores. Y, desde el punto de vista creativo, que los contenidos primen cada vez más sobre la forma. La pantalla grande permite dedicación a las formas... el formato tele pide contenidos, primeros planos, planos medios. Lawrence de Arabia no se hubiera hecho nunca para la tele".

"La película italiana La mejor juventud es un buen ejemplo de lo que podría pasar, ya que, pese a proyectarse en las salas, fue rodada para la televisión", prosigue el cineasta. "Pero, ojo, si sabemos lo que pide la pequeña pantalla, habrá que ver las minipantallas. El cine en el móvil. Eso está ya aquí... y experimentos como el de Bubble, da igual lo que opinemos: eso es el futuro".

Fernando Bovaira, productor de películas como Mar adentro y Lucía y el sexo, coincide en muchos aspectos con el director. "Bubble es una iniciativa vanguardista. Yo creo que la industria se va a resistir en un primer momento, pero considero que ésa es la dirección en la que se acabará yendo. El cine se ve abogado a una reestructuración de su modelo de negocio. Es la tecnología, que da poder al consumidor, que lo pide".

Sin embargo, Bovaira cree que "no se verán películas en las pantallas de los móviles: se acabarán más bien elaborando contenidos específicos para los distintos soportes. Es posible que en ese escenario se formen, dentro de la industria del entretenimiento, grandes conglomeraciones que agrupen estudios de cine y empresas de videojuegos e Internet".

Bovaira cree que el retroceso de la gran pantalla seguirá, y expone su preocupación por el hecho de que el sector juvenil lo protagonice. Sin embargo, al igual que Gutiérrez Aragón, se declara convencido de que "la gente seguirá queriendo películas con alma y que seguirá habiendo espacio para el cine de autor", augura.

Enrique González Macho, productor de películas como Te doy mis ojos, distribuidor y exhibidor (Cines Renoir y Princesa) mira al futuro con preocupación. "Lo que está pasando es tremendamente peligroso. Los grandes grupos cinematográficos están regidos cada vez más por criterios financieros. El riesgo es que el cine se convierta cada vez más en entretenimiento".

"Si el intento de Bubble triunfara", prosigue, "sería nefasto para el cine con la C mayúscula. Las películas de autor, que no tienen el mismo apoyo de las comerciales, necesitan nacer, crecer y desarrollarse: el lanzamiento simultaneo reduciría drásticamente el número de salas y no permitiría ese recorrido".

González considera que el actual sistema de comercialización "produce más rendimiento que el simultaneo. Pero el problema es que el retorno es más lento, y las grandes compañías prefieren un retorno rápido, aunque sea inferior". La piratería también empuja al lanzamiento simultaneo.

Manuel Martín Cuenca, director de Malas temporadas y La flaqueza del Bolchevique, mira a esa dinámica con una actitud diferente. "En España hay 5.500 videoclubes, más que salas. Lo que pasa en EE UU está ocurriendo aquí también. Pero no es algo que me preocupa", apunta. "Aunque cambien los soportes, los espectadores permanecen fieles al cine que aman. El porcentaje de los que siguen el cine de autor no cambiará".

"No tiene sentido defender las salas a toda costa", añade. "Hay que buscar espectadores donde estén. ¿Qué importa más, defender las salas o que se vean películas? Si el lanzamiento simultaneo aumenta el número de personas que ven las películas... adelante. La realidad es así, el mundo cambia. El cine evoluciona. Pero creo que lo hace en función de los tiempos que se viven, más que de los soportes".

Mariano Barroso, director de Hormigas en la boca, concluye: "Las historias más emocionantes, novedosas que he visto en los últimos años estaban hechas para la televisión. Utilizada con el corazón, es un medio hermoso y de infinitas posibilidades. Utilizada con la mente, es un medio perverso. Igual que el cine, los libros o la música".

Niños viendo la televisión en un hogar madrileño.
Niños viendo la televisión en un hogar madrileño.RICARDO GUTIÉRREZ
El cineasta estadounidense Steven Soderbergh durante un rodaje.
El cineasta estadounidense Steven Soderbergh durante un rodaje.ASSOCIATED PRESS

Y después... videojuegos

Los videojuegos basados en las películas están en el mercado por lo menos desde los tiempos de ET, el exitoso filme de Steven Spielberg que en 1983 fue utilizado como inspiración para un videojuego, el Atari 2600. Pero desde entonces la relación entre Hollywood y el mundo de los videojuegos ha ido estrechándose de manera tan evidente como las oportunidades de negocio que hay detrás de la sinergia. Spiderman, El señor de los anillos, Matrix, La guerra de las galaxias, Harry Potter son sólo algunas de las producciones de Hollywood que han acabado animando videojuegos. Y son las que más han ganado en los últimos años.

Para tener una idea de las dimensiones del negocio, Spiderman I

y II habían facturado hasta el pasado mes de noviembre unos 225 millones de euros como videojuegos en EE UU. La cifra supone más o menos la tercera parte de la notable recaudación de las películas en las salas de cine del mismo mercado.

El éxito en las grandes pantallas, sin embargo, no es una garantía. Filmes como Charlie y la fábrica de chocolate y Men in black II -que han logrado óptimos resultados en la taquilla- no se han comportado igualmente en el mercado de los juegos.

Por otra parte, sólo excepcionalmente las películas inspiradas en juegos ya existentes (Tomb Raider, Mario Bros, Mortal Kombat, etcétera) han tenido éxito.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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