"Esto es un circo, y los animales somos nosotros, los pasajeros"
Mercedes Batista perdió el vuelo a Caracas (Venezuela). Se ha pasado tres horas haciendo colas y reclamaciones. No puede más. "Llegué a las nueve de la mañana y sólo había seis mostradores abiertos", se queja. "Ahí se concentraron pasajeros de todas las clases y destinos. Era un caos", relata la pasajera.
Junto a Batista, otros 30 pasajeros hacen la enésima fila de la mañana. Esta vez, frente a un mostrador de atención al cliente. "Todo esto es un circo, y nosotros somos los animales", remata Batista. Las quejas se multiplican. Los empleados no dan abasto para atender a quienes llegan con reclamaciones.
Los trastornos no distinguen entre anónimos y estrellas deportivas. José Emilio Amavisca tenía billete para Barcelona. El ex futbolista no pudo coger su avión. "Es un desastre. Las máquinas de autofacturación no funcionan. Los empleados no saben. Los ordenadores se cuelgan", protesta. Y denuncia: "Creo que esta gente se ha precipitado un poquito en inaugurarlo. ¡Esto es peor que escalar el Aconcagua!".
Las voces de protesta se multiplican. Francisco Villanueva es argentino y planeaba estar en su país anoche. Sólo va a poder viajar hoy, previa escala en São Paulo. "Al llegar, el mostrador en el que debíamos facturar estaba cerrado", cuenta. "Cuando nos atendieron, faltaba casi una hora para que el avión saliera. Pero el ordenador rechazó nuestros boletos", subraya. Villanueva apostilla: "Esto es un complot. No querían que viajáramos".
A pocos pasos del mostrador, Francine Walker intenta tranquilizar a sus dos hijos pequeños. Está en tránsito. Acaba de llegar desde Johannesburgo (Suráfrica) y su destino final es Chicago (EE UU). No sabe cuándo aterrizará en su ciudad. "Éste es el peor aeropuerto que he pisado", enfatiza. Mientras, completa un formulario de queja. "No quisieron atendernos. ¡Ni siquiera sabían hablar en inglés! Perdimos la conexión y aún no nos han dicho cuándo vamos a poder viajar", protesta. Francine, inglesa, suspira: "¡Quién sabe dónde estará nuestro equipaje!".
Hacer cola
Algunos pasajeros entretienen la espera comiendo. Otros duermen, tumbados en los asientos y con el equipaje de mano a cuestas. Como José Cleber. Había llegado al aeropuerto temprano, para evitar contratiempos. "Perdimos el vuelo a Menorca porque no pudimos hacer el check-in [facturación] a tiempo", explica. Y se lamenta: "Ahora no nos quieren ni atender. ¡Llevamos tres horas haciendo colas!".
Entre los perjudicados hay viajeros de muy diversas nacionalidades. Debían despegar desde la nueva terminal de Barajas antes del mediodía. No pudieron, y no saben cuándo lo harán. Todos se hacen la misma pregunta, para la que no encuentran respuesta: "¿Por qué la T-4 tuvo que inaugurarse justo hoy?".
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