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Reportaje:

Lo bueno si breve... Corto

Festivales internacionales premian a directores casi desconocidos como Álex Pastor por cintas que pocos han visto

Patricia Ortega Dolz

Lo bueno si breve... Corto. Esta improvisada versión del conocido refrán bien podría valer para referirse al cortometraje español recientemente premiado en el Festival de Cine Independiente de Sundance en Utah (EE UU), iniciado hace 22 años por Robert Redford. De pronto, cerca del nombre de ese conocido actor americano aparece el de Álex Pastor, que hasta hace unos días no le decía nada a nadie. Y, hasta ese momento, el título La ruta natural a más de uno le hacía pensar en un reportaje de La 2. Pues no. Pastor, que ahora ya no es un perfecto desconocido, es un joven barcelonés de 24 años que ha dirigido su primer cortometraje con ese título.

Un hombre sale del coma tras un accidente con una profunda amnesia que le impide recordar nada sobre su propia vida. La misma vida que en 11 minutos va descubriendo y analizando. Con esta temática marcadamente existencialista, el catalán se ha hecho con el premio al mejor cortometraje internacional en el prestigioso festival estadounidense y con otros 80 galardones en los numerosos festivales a los que ha presentado su cinta por todo el mundo. Pero ¿quién ha visto el corto de Pastor? Pocos. ¿Y por qué?

Pese a costar entre 24.000 y 30.000 euros, en España se hacen unos 150 cortos al año
Los expertos ven en la televisión la posibilidad de que estas cintas lleguen al gran público

El año pasado ocurría algo similar con 7.35 de la mañana, de Nacho Vigalondo (28 años). El joven realizador cántabro se quedaba a las puertas de los Oscar con su corto y pocos habían oído hablar de él hasta entonces.

Pese a suponer un coste económico de entre 24.000 y 30.000 euros, por supuesto trabajando gratis y sin tener salida comercial posible, en España se producen anualmente entre 150 y 180 cortos en formato cine (35 milímetros) y centenares en vídeo, según Ernesto del Río, director del Festival de Cine de Bilbao. Ésta es la historia de por qué no se ven, de por qué no llegan al gran público. O quizá la historia de por qué un perfecto desconocido y su corta obra pasan a ocupar las primeras páginas de las secciones de cultura de los diarios españoles.

Hasta hace algo más de una década, la exhibición de los cortos en las salas de cine era obligada. Y los cortometrajes eran los teloneros de los largos en los aproximadamente 4.000 cines que había en España (hoy sólo quedan 1.500). Era una manera de promocionar este tipo de trabajos cinematográficos y de dar a conocer a sus autores, potenciales cineastas españoles. Sin embargo, desde que esa ley desapareció, la situación cambió radicalmente. "Algo muy típicamente español. Pasamos del todo a la nada sin solución de continuidad", dice el productor Enrique González Macho, de Alta Films, la distribuidora independiente más grande de España que sigue exhibiendo algunos cortos en sus cines. "La exigencia de la exhibición hizo que hubiera profesionales del corto. Pero se hacían cortos infames, como churros: el cereal en Castilla, la aceituna en Jaén... La gente se salía para fumarse un pitillo mientras empezaba la película", añade. "Pero de eso a la nada, hay un abismo".

El género corto, pese a ser el origen del cine con los hermanos Lumière, ha pasado a ser casi exclusivamente la carta de presentación de cualquier español con vocación de cineasta. Su exhibición ha quedado reducida a los innumerables certámenes de cortos, unos 130 al año, según Antonio Sempere, escritor especializado en temas audiovisuales, que recorre España de festival en festival.

"Los festivales son la vida del corto y el lugar en el que pueden detectarse los nuevos talentos del cine español. Yo soy muy pesimista en cuanto a su exhibición. La televisión es la única que podría modificar la cultura de ver cortos. Es un formato que encaja, y más ahora que parece que la gente no rechaza la producción propia. Pero no parece que estén por la labor. La única cadena que los apoya es La 2, en donde el programa Versión española emite cada semana un corto y organiza un festival iberoamericano para esta categoría. Pero claro, los ponen ¡a las dos de la madrugada! Después del largo y del coloquio...", se queja Sempere.

Aparte de obtener una candidatura a los Goya en 2005, fue justamente en ese festival de Versión española en el que ganó uno de sus premios La ruta natural el año pasado. Lo verían quienes aguantaran aquella noche hasta las dos de la madrugada.

"A diferencia de EE UU, en España nadie te busca. Faltan ojeadores, como en el fútbol. Nuestra industria es pequeña, está colapsada y hay poco dinero, comparado con América", dice Pastor desde Nueva York, donde se ha detenido antes de llegar a España para tratar de buscar subvención para el largo que quiere rodar junto con su hermano David, informa Bárbara Celis. "Hacer cortos es un paso casi obligatorio para entrar en el cine como director. Los festivales españoles tienen muchas ventajas: puedes enviar tu corto indiscriminadamente: no hay que pagar inscripción y los premios son generosos, y puedes recuperar gastos e incluso financiarte otro proyecto".

Los fondos para estos proyectos provienen de las distintas administraciones, en la mayoría de los casos. Desde el Ministerio de Cultura, por ejemplo, se asegura que el año pasado se ayudó con un total de 980.000 euros a los 41 proyectos de cortos presentados y a los 75 ya realizados. Ya suenan fuerte tres nombres y tres títulos: La explicación, de Curro Novalla; La guerra, de Luis Berdejo; y Sintonía, de José María Goenaga. El que avisa no es traidor.

Álex Pastor, el pasado 28 de enero, en el momento de recoger el premio en el Festival de Cine Independiente de Sundance por <i>La ruta natural.</i>
Álex Pastor, el pasado 28 de enero, en el momento de recoger el premio en el Festival de Cine Independiente de Sundance por La ruta natural.EFE

Siempre quedará Internet

Los cortos, y sobre todo sus realizadores, han encontrado su salvavidas en Internet. Lo de gastarse al menos 24.000 eurazos para montar una cinta corta en formato cine, no está al alcance de cualquiera o de muchos de los aficionados. Y las nuevas cámaras y las nuevas tecnologías hacen maravillas. Así que manos a la obra.

Los festivales crecen como setas, pero no sólo por la geografía española, sino que proliferan por la Red. Uno de los más conocidos es el que promovió en 2001 Javier Fesser desde el centro cultural La Fábrica: Notodofilmest.com.

"Desde su nacimiento, este foro de cine comprimido (vídeos de no más de cinco megabytes y un máximo de tres minutos y medio) ha crecido espectacularmente. Esta cuarta edición ha contado con 921 cortometrajes seleccionados a concurso de los 1.400 recibidos", cuenta Fesser. Según él, la calidad ha mejorado muchísimo, hasta el punto de que se han preseleccionado 99 piezas de las 50 que estaban previstas para que calificase el jurado, compuesto por cineastas de la altura de Julio Medem, Álex de la Iglesia, Juanma Bajo Ulloa, Santiago Segura, Alejandro Amenábar, Isabel Coixet, Icíar Bollaín...

Las descargas de los vídeos ya superan el medio millón y hay unos 47.500 usuarios registrados.

"Cada vez hay menos excusas para no hacer una película. Si realmente te apetece contar algo. Hay algo en estas piezas, quizá la ausencia de miedo a equivocarse, que las hace tremendamente valiosas. Hay ideas sorprendentes, muchos aciertos, maneras de contar que delatan las ganas de experimentar con el lenguaje de la cámara.Los que hacemos cine podemos aprender mucho de ellos".

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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