López Caro castiga a Gravesen
Hubo dos jugadores del Madrid que no quisieron celebrar el primer gol de Zidane, ayer en el Bernabéu. Fueron Mejía y Woodgate, que en lugar de acudir a abrazar a sus compañeros prefirieron coger a Gravesen por los hombros y decirle: "¡Tranquilízate o nos dejas con 10!".
El medio centro danés entró al campo en un estado de agitación progresiva que más tarde Beckham definiría como "pasión". Pisó y pateó a todos los jugadores del Espanyol que se le pusieron a tiro. Sirviese o no a los fines defensivos que le mandan, Gravesen chocó con cada contrincante que se metió en su radio de acción. Principalmente Corominas y Costa.
Según rodaban los rivales, el centrocampista de cabeza rasurada se fue cargando de una furia incontenible. El árbitro, Manuel Mejuto, le mostró la tarjeta amarilla tras un roce con Costa. La sanción tuvo un efecto contraproducente: inyectó más agresividad en Gravesen. Unos minutos más tarde hizo otra falta y cuando el árbitro pitó se lanzó sobre él como si se tratase de una ofensa tabernaria. Desconcertado, Mejuto no encontró mejor manera de resolver el problema que empujar al jugador. Se lo quitó de encima con un impulso desesperado. Beckham acudió para alejarlo y evitar así la expulsión. Tan caliente estaba Gravesen que Woodgate y Mejía se dedicaron a calmarlo.
En el descanso, el técnico, López Caro, mandó a Gravesen a la ducha. "Jugó una gran primera parte", dijo el entrenador, "pero creí conveniente cambiarlo". En defensa del danés habló Beckham: "Thomas es como es y así se manifiesta en el campo. Sin dobleces. Juega con pasión y en España si juegas con pasión puedes tener problemas. Es fuerte y va más fuerte que los otros, y por eso le ocurren estas cosas".
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