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Europa reabre el debate de la energía nuclear

La UE busca alternativas para reducir su dependencia exterior del petróleo y el gas

Andreu Missé

La primera señal de alerta la dio el primer ministro británico, Tony Blair, el pasado mes de octubre en la cumbre informal de Hampton Court (Reino Unido), cuando urgió la interconexión de las redes de gas y electricidad europeas. La decisión de Blair venía auspiciada por sus propias necesidades nacionales. Las reservas del mar del Norte empezaban a flaquear y el Reino Unido tuvo que acudir al continente en busca de gas y electricidad. La sorpresa fue comprobar que no existía un mercado energético que funcionara adecuadamente.

La ineficiencia del mercado energético se vio agravada por la falta de seguridad en el suministro de gas, tal como se puso de manifiesto a principios de este año cuando Rusia cortó el abastecimiento a Ucrania, lo que causó una fuerte alarma en los mercados europeos. Todo ello se producía después de las sacudidas que había sufrido el mercado de petróleo en el verano de 2005 como consecuencia del ciclón Katrina en Estados Unidos. El 30 de agosto, el precio del barril de crudo alcanzó los 70,85 dólares y actualmente se sitúa en torno a los 66 dólares.

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El abastecimiento y los precios del petróleo han registrado nuevas tensiones por la inestabilidad en países como Nigeria, octavo exportador mundial, que ha reducido su producción un 9%, o Irán, cuarto productor del mundo, bajo la amenaza de sanciones. Las nacionalizaciones de gas en Bolivia añaden inseguridad sobre las fuentes de suministro. Esta situación se agrava por la creciente dependencia exterior de los suministros. Actualmente, las importaciones representan el 50% del consumo total de energía en la UE y pasarán al 65% en 2030. En el caso de petróleo y de gas, la dependencia exterior crecerá hasta el 94% y el 84%, respectivamente.

Ante las incertidumbres sobre el suministro, la escalada de los precios y la preocupación por el efecto invernadero de las emisiones de CO2, la energía nuclear, de la mano de Francia y bajo la atenta mirada del Reino Unido, ha vuelto a la palestra como una de las posibles soluciones al desafío energético. La semana pasada, el ministro de Economía francés, Thierry Breton, presentaba el Memorándum de Francia por un relanzamiento de la política energética europea en una perspectiva duradera. El documento señala las ventajas para el desarrollo del empleo que implica la promoción de las energías renovables y los trabajos dedicados a la eficiencia energética. Pero subraya también que se trata de "progresar hacia un uso duradero de la energía en el sentido de que tenga en cuenta el impacto medioambiental y el agotamiento de los recursos fósiles". Este enfoque permite a Francia "subrayar la contribución positiva de la energía nuclear en el mercado europeo de electricidad (produce el 34%) a los objetivos de la Unión Europea en materia de seguridad de aprovisionamiento, de continuidad del servicio de electricidad a precios competitivos y de lucha contra el cambio climático, como la Comisión reconocía en el balance del Libro Verde en la primavera de 2005".

El memorándum añade que "el mantenimiento de la contribución actual de la nuclear al mix energético europeo y la preservación del avance tecnológico e industrial europeo en este terreno constituyen uno de los desafíos importantes de la estrategia de la Unión". El mensaje es bien explícito para retomar el proyecto nuclear. Si no se construyen nuevas centrales, la contribución de esta energía a la producción de electricidad descenderá hasta el 17,4% en 2030, según las previsiones de la Comisión. Francia, que produce el 77% de su electricidad con energía nuclear, reconoce que en cualquier caso respeta el principio de subsidiariedad sobre la producción energética, lo que significa que la elección de las fuentes de energía corresponde a los Estados.

Actualmente, en Europa la situación es muy diversa. Austria e Italia no tienen instalaciones nucleares. Alemania, Bélgica, España y Bélgica han decidido paralizar nuevas construcciones. Francia y Finlandia apuestan por esta fuente energética y el Reino Unido podría replantearse su postura en los próximos dos años.

Alejo Vidal-Quadras, eurodiputado del Partido Popular Europeo, y ponente del Libro Verde sobre la Eficiencia Energética, es partidario de "una política energética integral que contemple el impulso de las energías renovables, la mejora de la eficiencia, la reducción del consumo y la mejora de la competitividad". En relación con la energía nuclear, Vidal-Quadras precisa: "Los números indican que si Europa prescinde de la energía nuclear de fisión no podrá producir suficiente electricidad para sus necesidades". "Hay que pensar", añade, "en una cuarta generación de centrales nucleares más compactas, más pequeñas, más seguras y más baratas". En su opinión, hay que pensar en "el reactor europeo" y en que esta industria puede generar unos beneficios añadidos, "pues, si somos líderes en eficiencia energética, podremos exportar a los países emergentes".

La mejora de la eficiencia energética en la UE es una preocupación que comparten el comisario de Energía, Andris Piebalgs, y su homóloga de Competencia, Neelie Kroes. El pasado noviembre, sus servicios revelaron que los consumidores europeos pagaban un precio excesivo por el gas y la electricidad porque "existen serios problemas en los mercados de la energía". Según la Comisión, las grandes compañías francesas y alemanas bloquean el mercado e impiden la competencia. El próximo 16 de febrero, Kroes presentará nuevas conclusiones. Las investigaciones de su departamento se centran en "la concentración en los mercados de gas y electricidad en numerosos Estados que permiten a los operadores influir en los precios" y en "los obstáculos en el aprovisionamiento transfronterizos que impiden el desarrollo de mercados energéticos europeos integrados".

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