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Reportaje:TENIS | Open de Australia

Un chipriota en las nubes

Baghdatis ya es un ídolo en vísperas de disputar a Federer la final

"¿Pero, quién es éste?", se preguntan todavía algunos aficionados al tenis, después de ver a Marcos Baghdatis eliminar consecutivamente a Andy Roddick (2º mundial), Ivan Ljubicic (7º), David Nalbandián (4º) y acceder a la final del Open de Australia, que mañana disputará ante Roger Federer. Nadie le esperaba ahí, al menos tan pronto. Sin embargo, este chipriota de 20 años, que se ha convertido en el mejor deportista de la historia en su país y ha conseguido que sus compatriotas salieran ayer a la calle para festejar su éxito, había ido avisando desde su llegada al circuito profesional y dejando algunas señas de calidad tenística.

En 2003, de júnior, ganó ya el Open de Australia y llegó a la final del Open de Estados Unidos, concluyendo la temporada como el número uno mundial de la categoría. Así que Baghdatis no es un cualquiera. Y menos aún después de que, ya en el circuito profesional, el año pasado se clasificara para los octavos de final en el Open de Australia, tras eliminar a dos jugadores del calibre de Ljubicic y Tommy Robredo, y al final del año consiguiera alcanzar su primera final en Basilea, con una victoria sobre Nalbandián, que sólo unas semanas más tarde se impondría en el Masters. Sin embargo, también para la historia queda el dato de que desde Melbourne, en enero de 2005, hasta después del Open de EEUU, en septiembre, ganó sólo dos partidos en 11 torneos.

Así que en Baghdatis todo resulta un poco desconcertante. Es una perogrullada afirmar que su país no había producido un deportista de este nivel, por la simple razón de que lo que más se recuerda de Chipre es la victoria que obtuvo sobre España en septiembre de 1998, en un partido de clasificación para el Europeo de 2000 de fútbol. El año pasado fue declarado oficialmente hombre del año y mejor atleta de Chipre. Pero todo el mundo sigue preguntándose cómo es posible que un país de 800.000 habitantes, que cuenta sólo con siete u ocho clubes de tenis y alrededor de 2.500 practicantes, ha podido crear a un tenista de esta calidad.

No hay respuesta. Nacido en Limassol, Baghdatis es simplemente el producto de un padre, Christos, loco por el tenis, que metió a sus hijos en una pista desde los cuatro años e invirtió sus ganancias para que se convirtieran en jugadores. Los dos mayores, Marinos y Petros, jugaron en la Copa Davis aún sin ser grandes tenistas. Y Marcos tuvo la suerte de entrar a los 13 años en el programa de desarrollo deportivo olímpico, lo que le llevó a París a entrenarse con Bob Brett, un técnico que había trabajado con varios tenistas de primer nivel y que ahora se dedica a la base.

"Fue tal vez el momento más duro", confiesa Baghdatis. "No hablaba ni una palabra de francés y era todavía un niño. Pero los chipriotas tenemos algo muy bueno: la vida no ha sido fácil para nosotros y estamos acostumbrados a luchar hasta el final por cada objetivo. Y yo quería ser un buen tenista". Allí desarrolló las bases del tenis que había aprendido en su país. Ahora entrena con Guillaume Payre y se define como un jugador de fondo que tiene en el saque y el drive sus mejores golpes. "Como Rafter, uno de los ídolos que me ha servido de espejo", concluye.

Mañana tendrá ante Federer su última prueba de fuego. Puede que Baghdatis pierda, es lo más probable, pero este Open de Australia permanecerá vivo en su recuerdo y en el de todos sus compatriotas para el resto de sus vidas.

Baghdatis, tras derrotar a Nalbandián.
Baghdatis, tras derrotar a Nalbandián.REUTERS

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