La máquina metálica
La máquina metálica volvió a rugir, si bien el sonido de su motor se parece más ahora al de un diésel, en lugar del superturbo que fue en sus orígenes. Teloneados por Mr Rock y Medina Azahara, el cuarteto británico supo hacer valer su veteranía de cuarenta años ante un público en el que abundaban los heavys de más de cuarenta, con poco pelo y el corazón intacto, a juzgar por sus bailes y celebraciones, con peligro de descoyunte de cervicales al girar el cuello como si aún fueran poseedores de su añorada melena.
Mientras la sección rítmica compuesta por el batería Ian Paice y el bajista Roger Glover demostraba que, mientras el rock circule en tiempos medios, aún se puede contar con ellos para fraguar un set convincente, el teclista Don Airey que había sabido asimilar a la perfección el legado sonoro de la banda y que el joven, al lado de los miembros originales, guitarrista Steve Morse posee suficientes argumentos como para ser otro de esos músicos del género recordados por su modo de manipular las seis cuerdas. Ian Gillan ofreció una esforzada versión de lo que un cantante, que se dejó las cuerdas vocales en los setenta haciendo falsetes, es aún capaz de hacer sin caer en el ridículo cuando ya se tienen sesenta años.
Deep Purple + Medina Azahara + Mr Rock
Multiusos La Cubierta. Leganés, 21 de enero.
El rock es siempre un estilo muy físico y perdona poco ante el inclemente paso del tiempo. Por ello, resulta comprensible que en las últimas entregas del grupo, los discos Bananas o The rapture of the deep, la banda haya cambiado energía por solidez instrumental, arreglos medidos y un modo moderno de virtuosismo que les hace no perder comba con respecto a competidores más jóvenes.
El repertorio resultó un tanto frío, quizá porque el público buscara un concierto de grandes éxitos y se encontró con que estos aparecieron sólo en la recta final de un concierto que rondó las dos horas y que terminó justo cuando el metro estaba a un rato de cerrar, para preocupación de los asistentes. Menos mal que estos pudieron marcharse de allí silbando las inmortales notas de Smoke on the water y Black night.
Babelia
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