Pernía pide la alternativa
El lateral y Güiza apabullan al Espanyol en la victoria más abultada del Getafe
Harto de sacar los colores, sin apenas beneficio, a los equipos que se presentan por su casa, el Getafe sacudió a conciencia al Espanyol. Con dos obras de arte de Güiza y la contundencia de la zurda de Pernía, los madrileños sacudieron el árbol y las nueces cayeron por su propio peso. Mientras el lateral argentino, a punto de nacionalizarse español, reclamó a goles la banda izquierda de la selección de Luis Aragonés en el Mundial de Alemania -lleva seis goles, uno más que delanteros como Fernando Torres-, De la Peña aprovechó la tarde para echarse una siestecita. Tamudo, falto de balones y de cariño, no vio puerta. Como pintaban bastos, Pandiani recordó sus andanzas por la Premier League inglesa y apostó por el fútbol aguerrido. Tan poco le sirvió su alarde de testosterona que el segundo tiempo lo vio desde el banquillo.
GETAFE 5 - ESPANYOL 0
Getafe: Calatayud; Mario Cotelo, Belenguer, Matellán, Pernía; Diego Rivas, Celestini (Alberto, m. 78); Redondo (Vivar Dorado, m. 61), Riki (Craioveanu, m. 78), Gavilán; y Güiza.
Espanyol: Gorka Irazoz; Zabaleta, Lopo, Moisés, Domi; Luis García, Ito (Juanfran, m. 46), Costa, De la Peña (Fredson, m. 81); Pandiani (Coro, m. 46) y Tamudo.
Goles: 1-0. M. 4. Güiza remata de cabeza un saque de falta de Redondo. 2-0. M. 25. Pernía remata en el área un centro de Güiza. 3-0. M. 64. Centro desde 40 metros de Vivar Dorado a Güiza, que cabecea por encima del portero. 4-0. M. 74. Libre directo de Pernía que entra por la escuadra izquierda de Iraizoz. 5-0. M. 85. Gavilán, a pase de Güiza.
Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Ito, Mario Cotelo, Zabaleta y Tamudo.
Unos 12.000 espectadores en el Coliséum Alfonso Pérez.
Por una vez, el Getafe no dejó que el rival de turno se escapara vivo del coliseo, como ya hicieran, después de sufrir un vendaval de juego, Osasuna, Athletic y Celta. En nada se asemejó al equipo blandito de las jornadas anteriores, valiente pero al que le costaba un parto llevarse los puntos. El Espanyol lo pagó con creces. Falto de mordiente, con los de enfrente nulos en ataque y empanados en defensa, los de Schuster se dieron un festín. Menos mal que la víspera el técnico alemán, más frío que de costumbre, daba por bueno el empate con el Espanyol. De lo contrario, los periquitos, que regresaron a Barcelona desplumados, con el dudoso honor de ser los teloneros de la mayor victoria del conjunto del Sur de Madrid en sus apenas dos temporadas en Primera División, no lo habrían contado.
El Getafe no pecó ni de sobrado ni de ingenuo, y materializó sus ocasiones. Sobre todo Güiza, que cerró su partido más completo. Si de espaldas a la portería es un peligro, dio muestras de empaque cada vez que se las vio con Iraizoz. El portero blanquiazul no tuvo opción cuando el delantero jerezano apareció por el horizonte. En sus dos goles por alto -el segundo, tras un pase desde 40 metros de Vivar Dorado y con Iraizoz adelantadísimo-, Güiza le pilló siempre desprevenido. La testa del artillero, que ha marcado sus siete dianas en su campo, parecía un guante. Igual que su visión en los alrededores del área. Sus asistencias desde la orilla derecha, a Pernía en un ataque estático y a Gavilán en una contra, lo atestiguan.
El aviso de Redondo, que remató fuera un preciso centro de Güiza nada más correr el reloj, no hizo sonar las alarmas a los zagueros del Espanyol, a los que pillaron en tanga en media docena de situaciones. Riki, que les desarboló en sus incorporaciones al frente, rozó el premio grande en dos tiros lejanos que lamieron el palo.
Ni los cambios mejoraron la imagen del Espanyol, salvo la breve puesta en escena de Fredson, que relevó a Lo Pelat. Desacreditado por la pujanza de Diego Rivas en el mediocampo, el cerebro espanyolista olía a quemado. Todo un guiño para el futbolista que más faltas practica de la Liga.
Salvo un disparo de Corominas salvado en la raya por Cotelo y un par de desbordes de Juanfran por su banda, las ocasiones le pertenecieron al Getafe. Las tertulias rivalizarán por el gol más espléndido del día. O el misil de Pernía, que con una falta barrió las telarañas de la escuadra catalana, o el segundo testarazo de Güiza. Fue algo más que una parábola perfecta que castigó el despiste del arquero. Fue un gol que dio sentido a la parábola del fútbol creativo, a tumba abierta y a veces contundente, que practican en Getafe.
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