_
_
_
_
EL ENREDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Teoría del mal

LAS COSAS ESTÁN MAL. Muy mal. Pero mal de mal de mal de mal. No hay más que fijarse en lo que dicen los dirigentes políticos de sus rivales. Según el PP, José Luis Rodríguez Zapatero está con el agua al cuello, presionado por sus socios, desorientado y mendigando crédito para pagar letras a punto de vencer. Muy mal. Como mucho, le queda un mes. Por si fuera poco, esta semana hemos sabido que es un golpista como Tejero y que lleva una bomba de ETA adosada a su proyecto político. El tío es malo maligno, pero es un malo de amplio espectro. Su maldad abarca desde Tejero hasta ETA. Interesante, teniendo en cuenta que es bobo. Se ve que en el PP hay dos tendencias: los bobistas y los malignistas. Pero escuchemos al PSOE: Mariano Rajoy está hundido, sin discurso, perdido, atrapado por el pasado, huyendo hacia delante como un cadáver político. ¡Pobre criatura! Hay que tener el corazón de piedra para no sentir compasión hacia Rajoy después de escuchar a alguien del PSOE. Dan ganas de crear una fundación: Salvemos a Mariano. ¿Qué decir de Izquierda Unida, un grupo irrelevante con el triste destino de ser mamporrero del Gobierno? Toma castaña. Eso fue lo último que le dijeron a Llamazares un día que abrió la boca. Es lo peor: "Tú cállate, irrelevante, que eres un irrelevante".

Hay que tener el corazón de piedra para no sentir compasión por Rajoy después de escuchar a alguien del PSOE

Hay que admitir que el Partido Popular ha desarrollado un arte especial en la descalificación de rivales. La frase de esta semana ha sido de Ignacio Astarloa, portavoz de Interior del PP: "El Gobierno cambia armas por naciones". Así apareció en los medios, aunque en realidad la frase era otra. Dijo Astarloa: "Lo que no puede ser es que la gente tenga la impresión de que el Gobierno cambia armas por naciones". Ojo. No es que el PP afirme eso. Sucede que el PP detecta esa percepción en la gente, le sabe mal y lo expone para que al Gobierno le vayan mejor las cosas. Es un acto patriótico.

Esta técnica de afirmar sin afirmar, que supone un estadío superior al alomojísmo (visto en un capítulo anterior), puede usarse en cualquier momento de la vida. Para insultar a un vecino: "Lo que no puede ser es que la gente tenga la impresión de que es usted un cerdo con pintas". Para ligar: "Lo que no puede ser es que la gente piense que tiene usted un trasero de escándalo y que está poco aprovechado". Para atracar un banco: "Lo que no puede ser es que la gente piense que aquí hay demasiado dinero en efectivo".

Son fórmulas, astucias, estrategias... Otro caso. Un senador del PP dice que Zapatero es como Tejero. Le obligan a rectificar y otro senador dice dos días después que sí, que Zapatero es como Tejero, pero que no se puede decir porque no hay pruebas. Es decir: "No puedo decir lo que estoy diciendo porque no hay pruebas, y es una lástima que no haya pruebas porque si hubiera pruebas podría decir lo que estoy diciendo". A buen entendedor, pocas palabras bastan, pero si las palabras son muchas, miel sobre hojuelas. Sólo falta que aparezca otro senador diciendo: "Sí, es como Tejero; es mi héroe".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_