Ibagaza endereza al Atlético
El argentino, clave para que los rojiblancos rompan ante el Zaragoza una racha de tres meses sin ganar
En un encuentro tan alocado como resultón, el Atlético se dejó guiar por Ibagaza para obtener una victoria sobre el Zaragoza, versión falsificada de lo habitual en las últimas fechas. Mérito propiciado por el descarado planteamiento rojiblanco, que situó a cinco futbolistas por delante de la pelota. Los espectadores de La Romareda, con tal vaivén, se expusieron a padecer una tortícolis de aúpa. Pero de buen agrado, porque, desde que se sentó Pepe Murcia en el banquillo colchonero, Ibagaza se ha encontrado con libertad de movimientos y con compañeros a los que asistir. Sobre todo, a Maxi. Y el Atlético, de sopetón, se perfila como un equipo peligroso e incisivo. El cuadro madrileño ha roto una racha negativa de diez partidos ligueros sin ganar. No lo hacía desde la jornada novena, cuando se impuso al Cádiz (3-0).
ZARAGOZA 0 - ATLÉTICO DE MADRID 2
Zaragoza: César; Ponzio (Cuartero, m. 46), Álvaro, G. Milito, Toledo; Óscar (Corona, m. 81), Celades (Movilla, m. 46), Zapater, Savio; Ewerthon y D. Milito.
Atlético de Madrid: Leo Franco; Velasco, Pablo, Perea, Antonio López; Maxi, Ibagaza (Zahínos, m. 70) (Gabi, m. 74), Luccin, Petrov (Galletti, m. 75); Fernando Torres y Kezman.
Goles: 0-1. M. 27. Pase en profundidad de Ibagaza a Maxi, que se adelanta a la salida de César y le bate por bajo desde el pico derecho del área. 0-2. M. 60. Torres, de penalti cometido por César sobre Maxi.
Árbitro: Iturralde González. Amonestó a Ponzio, Ibagaza, Petrov, Velasco, César, Luccin y Álvaro.
Unos 30.000 espectadores en La Romareda.
Además de un claro entusiasmo por ganarse el corazón de todos los rojiblancos, la apuesta ofensiva de Murcia denota un ímpetu por dotar al Atlético de una personalidad propia. Quizá la acertada si se miran las características personales de cada jugador. Peºro, novedosa como está la táctica, al Atlético le es muy complicada la tarea de tener la posesión del balón. No le cuesta, sin embargo, salir a la contra, buscar la espalda de los defensas, obviar al mediocentro en la construcción y remitirse casi exclusivamente a Ibagaza.
Que Kezman, Maxi, Torres y Petrov poseen notables cualidades futbolísticas es una obviedad. El serbio es oportunista; el argentino, una carrocería con llegada; el español, un punta tan técnico como potente, y el búlgaro una flecha difícil de detener. Pero ninguno de estos jugadores destaca por mimar al balón y por ser capaz de crear juego para el resto. Ahí es donde entra Ibagaza, el menudo mediapunta argentino, que es plástico y estilista como pocos con el cuero en los pies. Entre líneas, con una vista de águila para predecir los movimientos de los siempre relampagueantes extremos, Ibagaza se relame cuando observa las alternativas de pase que tiene con cuatro hombres por delante de él.
En una de ésas, Ibagaza leyó la carrera de Maxi, puso la pelota entre el central y el lateral y dejó a La Fiera delante de César. Éste, con temple, disparó raso al palo corto. En otra, Ibagaza repitió asistencia y César derribó a Maxi. Torres, desde los once metros, engañó al portero.
El Zaragoza trató de combinar, de hurgar en la banda que dejaba desprotegida el extremo rojiblanco que pisaba la línea de fondo. Pero Savio no ha recuperado el ritmo tras superar su lesión, se echó de menos al entonado Cani y el coyote Perea atrapó al correcaminos Ewerthon. El Atlético también ninguneó al Zaragoza gracias a la presión que ejerció. Bien arriba, los medios y los delanteros para ahogar e impedir la fácil salida de balón aragonesa. Así, los medios centro Celades y Zapater, al principio, y Movilla, después, apenas tocaron el balón. Algo que también alimentó la permisividad de Iturralde González, que cometió una cantidad desorbitada de errores. Seguramente no desequilibró la balanza, pero el árbitro sí exasperó en demasía a una afición que en reiteradas ocasiones se acordó de su madre y lanzó botellines de agua al césped.
Ibagaza se alió con Maxi, polémica decisión porque suplió a Galletti, que tan buen encuentro hizo en la Copa hace unos días, con la intención de modelar una nueva personalidad para el Atlético. Atractiva y valiente, pero algo alocada hasta que se consolide del todo. El Zaragoza, dócil sin Cani, languideció por falta de inventiva y, sin más, disfrutó del ocho rojiblanco.
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