"Tengo pánico escénico"
Pregunta. El Olympia es el único teatro privado superviviente en Valencia.
Respuesta. Lo es a base de trabajo y dedicación. Empezó en 1915 como teatro, hasta que se convirtió en cine, y cuando le llegó la crisis al cine en 1984 se convirtió de nuevo en teatro. Es una empresa familiar, están mi padre y mi hermana, con el empuje de que teníamos que sacar el teatro adelante. Luego hemos montado una productora, participamos en Tornaveu, yo programo el Teatro Apolo de Barcelona... Hemos sacado el máster.
P. ¿Qué trajo la crisis?
R. Un problema de coste. Levantar un telón tiene un coste brutal. ¿Por qué no hay más teatros privados? Porque no es negocio. Es un sector muy complicado. Te exige muchas energías y te da problemas constantemente. Te tiene que gustar mucho.
P. ¿Contribuyó a la crisis la gran oferta pública de los ochenta?
R. Sí, porque la inflación de dinero público encareció los costes de producción y además la gente no pagaba por ver el teatro. Se perdió el hábito de pagar y habituar al público a pagar ha costado mucho.
P. Su teatro es negocio.
R. Está abierto porque funciona. Yo estoy en esto para ganar dinero, eso lo tengo claro. Pero el esfuerzo que te exige, el inmovilizado y el riesgo que tenemos, a lo mejor en otro sector estábamos más cómodos. Aquí hay una parte emotiva que me ha transmitido mi padre.
P. ¿No había posibilidad de que usted se dedicara a otra cosa?
R. Me gusta el mundo de la empresa, y el teatro es eso: tienes una idea, la llevas a cabo y en un período muy corto sabes si te has equivocado o no. Me lo paso muy bien. Me siento más empresario que gestor cultural. Y en eso estoy. Tuve un paréntesis de siete años en Crisol, pero desde los 20 años que entré en el cine Museo no me he movido.
P. Su teatro es uno de los que más recauda en España. ¿No siente vértigo?
R. Sí, por la responsabilidad, pero las compañías vienen a Valencia porque se llevan dinero, y si no estuviéramos en ese nivel de recaudación y rentabilidad el Olympia no sería viable, sin prácticamente ayuda pública (no llega al 2% de la facturación). Hay que convivir en un mercado donde el 90% de la infraestructura cultural está en manos de la Administración. Me gustaría que el Olympia no fuera una excepción.
P. ¿Es normal que el Olympia recaude más que el Principal de Valencia?
R. Los objetivos son distintos. La Administración tiene que hacer lo que la empresa privada no puede. Somos complementarios. A mí me interesa que el Principal se llene.
P. Seguro que se le ocurre alguna fórmula.
R. Soy el primer interesado en que funcione porque estamos todos en el mismo barco. Pero no hay nada que inventar: está todo inventado.
P. ¿Programa el teatro que le gusta o no mezcla el placer con el negocio?
R. Intento hacer programas que le puedan gustar más al público, aunque tengo mis preferencias y juego con ventaja porque suelo haber visto las obras antes en otro sitio. La prioridad para mí es el público antes que mis propios gustos.
P. Tiene una programación de extremos.
R. El abanico es muy amplio porque quiero atraer al público. Lo mismo puedo poner a La Fura dels Baus que a Arturo Fernández.
P. ¿Ha subido alguna vez a un escenario?
R. Me subí una vez y tuve la desgracia de caer y romperme cinco costillas, así que cuando un autor me dice que se deja la vida en el escenario le digo que yo estuve a punto. Así que no me gusta estar en un escenario. Aparte, tengo pánico escénico. Disfruto viendo y que no me vean.
EN DOS TRAZOS
Le gustan las obras en las que se establece un poderoso triángulo entre el texto, el actor y el director, aunque programa con criterios más comerciales. Enrique Fayos (Valencia, 1961) pertenece a una estirpe de empresarios de ocio cultural que se inició con el estreno en el cine Museo de 'La portentosa vida del pare Vicent' y a punto estuvo de ser excomulgado por la Junta Vicentina. Después de impulsar Crisol en Valencia, se dijo que si había vendido libros también podía hacer que la gente fuera al teatro, y ha convertido el Teatro Olympia en una de las salas que más recaudan de España.
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