Henri Colpi, un cineasta elegante
Ganó con su primera película en 1961 la Palma de Oro de Cannes
El director de cine Henri Colpi falleció el 14 de enero en Menton, en la región de los Alpes franceses, a la edad de 84 años.
Henri Colpi ganó, con su primer largometraje, la Palma de Oro del Festival de Cannes 1961. Y su caso se convirtió en la ilustración perfecta de esa máxima que asegura que "el éxito es hijo de un malentendido". En efecto, Une aussi longue absence (Una larga ausencia) ganó en 1961 compartiendo la Palma nada más y nada menos que con la Viridiana de Buñuel, esa película española a la que la España franquista le retiró la nacionalidad.
La cinta de Colpi, basada en un guión de Marguerite Duras, era una obra abiertamente literaria, que transponía al cine las obsesiones del noveau roman por acabar con todo rastro humano en lo que debía ser mera forma. Colpi, que había montado películas de Alain Resnais, Agnés Varda, Chaplin o Henri-Georges Clouzot, era como mínimo el aparejador de la geometría mental de L'année dernière a Marienbad o Nuit et brouillard.
Tras su victoria en Cannes Colpi creyó -o los productores creyeron- haber encontrado un filón modesto y cultivado. Codine (1963), basada en la obra del hoy olvidado Panait Istrati, y Mona, l'etoile sans nom (1966) fueron, en palabras del propio Colpi, "un soberbio fiasco y uno de los mayores fracasos comerciales jamás vividos por el cine francés".
En 1970, de la mano del popular Fernandel, realizó Hereux qui comme Ulysse, que jugaba con una canción de Brassens. El público tampoco acudió a la cita y Colpi empezó a trabajar regularmente para la televisión, adaptando La isla del tesoro, en 1973, en un proyecto en el que también intervino Juan Antonio Bardem.
Henri Colpi había nacido en Brig, Suiza, hace 84 años y falleció en la Costa Azul, en Menton, el pasado sábado. Era alumno de la promoción de 1946 de la prestigiosa IDHEC, la escuela oficial de cine francesa, predecesora de la actual FEMIS.
Antes de empezar a trabajar profesionalmente como montador escribió un excelente libro de teoría -Le cinema et ses hommes-, en 1947, que tuvo una continuidad especializada en 1963 con un libro en el que hacía un elogio de la música en el cine y estudiaba las muy distintas maneras de utilizarla. Encontró su colofón en 1996 cuando Colpi, siempre discreto, inteligente e interesante, dio a conocer su Lettre à un jeune monteur, un volumen en el que hace un repaso a cómo ha evolucionado el oficio de montador a partir de nuevos criterios estéticos y en función de los cambios técnicos.-
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