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Columna
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El ágape

Este año apunta a que será políticamente ajetreado. En 2006 no hay convocatorias electorales, pero sí en 2007 y ya se está notando. Las elecciones municipales están todavía lejos de la vuelta de la esquina, pero los alcaldes han decidido engalanar la calle completa antes de que aparezcan los ciudadanos con su voto. Los presupuestos de las ocho capitales andaluzas prevén más de 1.000 millones en inversiones en 2006. Los alcaldes van a tirar la casa por el balcón del ayuntamiento. Es una regla de oro de la gestión local. Los impuestos se suben los dos primeros años de mandato y las obras se inician en el tercero, para que estén terminadas en el cuarto. En este dispendio presupuestario se lleva la palma el Ayuntamiento de Málaga, con más de 405 millones de euros de inversión anunciados.

Las arcas municipales de Málaga están que se salen. Tenemos garantizado pan y circo. Esa boyante situación económica le ha permitido al alcalde De la Torre celebrar este pasado fin de semana una comida para 1.500 representantes vecinales que ha incluido ambas ofertas: pan (banquete) y circo (espectáculo a los postres). A escote de todos los malagueños y sin pedirles opinión, se gastó 60.000 euros en darse un homenaje con el pretexto de homenajear a estos colectivos. Lo justificó afirmando que la cuchipanda era un gesto del consistorio a estas organizaciones por lo mucho que la ciudad tiene que agradecerle -a las organizaciones, que no a él-. La política actual tiene estas cosas. Antes eran los políticos los que tenían que hacer méritos para que los ciudadanos les votaran. Ahora también los vecinos tienen que hacer bien las cosas para que sus alcaldes les agasajen.

Con las cosas de comer no se juega. No se entiende la manía de los políticos de llevar, cada vez que pueden, a un votante a su mesa. Antes se hacía con los pobres en Navidad. Ahora se hace con los representantes vecinales después de Reyes. Los tiempos cambian que es una barbaridad. Del autobús gratis y el bocadillo se ha pasado a la lubina y el solomillo. El sitio es lo que no ha cambiado, ni tampoco la intención: llenar un pabellón de deportes. De la Torre se ha equivocado celebrando esta comida. Estos actos populistas llevan aparejados por parte del que los convoca la suposición de que la inteligencia de los invitados está bajo mínimos. También, seguramente, por parte de quienes los critican con fines partidistas. Y es una grave equivocación. De la Torre, además, eligió un mal momento para el refrigerio. Los partidos políticos en Málaga están utilizando a los colectivos vecinales como correas de transmisión de la particular batalla que Ayuntamiento y Junta dirimen a cuenta de los obras del metro. La ausencia, por decisión propia, en esta comilona municipal de las organizaciones vecinales que reclaman el inicio de las obras del suburbano, llenó el ágape, entre otras asociaciones ajenas a esta disputa, con las más próximas al Partido Popular, que abogan por un retraso en el inicio de los trabajos. Por eso alguien pudo interpretar que fue el primer ágape de la historia que parecía celebrar la no inauguración de una obra. Afortunadamente, a nadie se le ocurrió en la comida brindar para que así fuera.

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