"He recuperado la motivación"
Hace 10 años, en enero de 1996, Carlos Moyà, entonces un chaval de 19 años, de imponente porte, de 1,90 metros y más de 80 kilos, disputaba en Australia su primer torneo del Grand Slam. Fue eliminado en la primera ronda. El año siguiente alcanzó la final y, de paso, se convirtió en el ídolo de las mujeres australianas, en el sex symbol de su generación de tenistas, un grupo que llegaba cuando gente como Becker, Edberg o Sampras daban sus últimos raquetazos. Cerca de cumplir los 30, el tenista mallorquín, el gran talento del tenis español como tantas veces le han recordado para echarle en cara que no haya estado a la altura de las expectativas de tantos, regresa a la pista en la que todo comenzó. Lo hace cargando a sus espaldas con una carrera en la que ha ganado 18 torneos, un Roland Garros, una Copa Davis, en la que ha sido número uno mundial, una carrera interrumpida por varias lesiones, una carrera que, pese a su mal año 2005, no cree que ya haya dado todo de sí. Para alcanzar su objetivo ha trabajado duro este invierno en Mallorca. Rodeado por su grupo balear de confianza, los entrenadores Jofre Porta y Joan Bosch, el recuperador Pedro Salas, se ha entrenado con su amigo Rafa Nadal; con su novia, la tenista italiana, número 20 del mundo, Flavia Pennetta; ha regresado a la preparación física con Joan Forcades, quien antes de hacerse cargo de Nadal había trabajado ya con Moyà. Ha perdido siete kilos. Ha ganado la motivación que había volado en 2005. Hoy juega en Melbourne, ante el rumano Andrei Pavel, su primer partido de su noveno Open de Australia.
"El ejemplo de Agassi es irreal. A los 35 años ha sido capaz de llegar a la final del Open de Estados Unidos. No me vale. Hay que ser más realistas"
"Siempre se me ha pedido más. Siempre se ha dicho que tenía mucho talento. Pero sólo con talento no se puede estar tanto tiempo entre los mejores"
Pregunta. Cuentan las buenas lenguas que ha sido el invierno más duro de su carrera.
Respuesta. Ha sido el primer año en que he podido contar con siete semanas seguidas para trabajar, ya que en otros o tenía Copa Davis o Masters en noviembre y diciembre. Nunca antes había parado como se debe. Así que ha sido un invierno duro, sí. Y me ha venido muy bien.
P. Se supone que físicamente estará perfecto. ¿Pero su cabeza, el factor que, según muchos, más ha frenado su rendimiento, también se ha reforzado?
R. Mentalmente me siento también más fuerte. Además, de poco te vale estar físicamente muy bien si la cabeza no te acompaña. He recuperado la motivación. He superado un año malo, bastante complicado, lo que no me garantiza, de todas maneras, que vaya a volver donde estuve antes. Después de ganar la Copa Davis en Sevilla me vacié de objetivos y sin motivación es muy complicado estar arriba. Y aun así terminé el año el 32º del mundo, lo que no está tan mal para haber sido una mala temporada.
P. ¿Y qué es lo que le motiva ahora?
R. He encontrado un objetivo, un punto de motivación: creo que puedo terminar 2006 entre los 10 o los 15 primeros del mundo.
P. ¿Puede haberse sentido picado por la irrupción hasta lo más alto de Rafa Nadal?
R. Los objetivos de Rafa y los míos son diferentes. Él lucha para ser el número uno del mundo y yo en esa guerra no puedo entrar, por lo que no puede haber pique. Al contrario, me motiva estar con un amigo que puede ser el número uno y me ayuda poder entrenarme con él, a su ritmo increíble.
P. Siempre ha dado la impresión de ser un tenista con todo el futuro por delante y, sin embargo, un vistazo a su ficha vale para comprobar que ya va camino de los 30, que quizás lo mejor de su carrera ya ha pasado, que usted empezó a jugar contra Edberg, Becker y Chang, gente ya muy retirada.
R. Volando, estos diez años desde mi debut en Melbourne se me han pasado volando. Aún me acuerdo como si fuera ayer de mi primera participación en el Open de Australia, de lo que fue llegar a Melbourne en 1996. Pero creo que en mi carrera he cumplido todos mis objetivos. He ganado un torneo del Grand Slam
he sido número uno y he ganado la Copa Davis [final contra Estados Unidos en diciembre de 2004]. Me ha faltado una medalla en los Juegos Olímpicos. Me quedé a sólo un partido de ello y no creo que vuelva a tener la oportunidad. Ya sé que en el tenis, a diferencia del atletismo o la natación, una medalla olímpica no es el máximo, que aquí valoramos más un grand slam o los ránkings, pero habría sido la guinda.
P. Y, sin embargo, siempre se ha sospechado que usted tenía talento y clase para haber logrado mucho más.
R. Siempre creo que uno mismo se puede exigir más. También he estado cinco años entre los diez primeros, lo que no es nada fácil. Pero soy consciente de que siempre se me ha pedido más. Siempre se ha dicho lo mismo, que tenía mucho talento. Pero sólo con talento no se puede estar tanto tiempo entre los mejores. También ha habido trabajo y esfuerzo.
P. ¿Ha cambiado mucho el tenis estos años?
R. Federer es la excepción, un jugador de toque en un mundo en el que predomina la fuerza. Desde que empecé hasta ahora, el tenis ha cambiado mucho. Ahora todo es más velocidad, más potencia. Hay también más igualdad. Ya no hay partidos fáciles. Desde la primera ronda hay que estar preparado para todo. Todo el mundo es más profesional. Todos estamos más al alcance de todos.
P. ¿Y un jugador como usted, más de clase, de toque, que de fuerza, qué puede hacer?
R. Hay que ponerse las pilas todos los años simplemente para mantenerte. Si con todos los cambios que ha habido, un año terminas quinto y al año siguiente también, significa que has progresado, que has mejorado, aunque sólo sea un uno por ciento, para poderte mantener. No te puedes estancar. Entran todos los años jugadores nuevos y hay que aprender siempre.
P. ¿Ha llegado a soñar con ganar más torneos del grand slam? ¿No ha pensado que con su clase, su experiencia, su talento, más la gran preparación física de este invierno, puede volver a ser número uno?
R. El objetivo del año es quedar entre los 10 o los 15 primeros. No me puedo plantear más. El ejemplo de Agassi es irreal. A los 35 años ha sido capaz de llegar a la final del Open de Estados Unidos. No me vale. Hay que ser más realistas. Prefiero fijarme en Henman, quien en 2004, cuando cumplió los 30 años, acabó el séptimo del mundo. Además, en estos diez años no me he desgastado mucho físicamente.
P. ¿En qué torneo del Grand Slam podría llegar más lejos?
R. Roland Garros es el torneo en el que más podría brillar, el que más se adapta a mis características, pero los de pista más rápida tampoco se me dan mal. He sido finalista en el Open de Australia, en Miami y en Indian Wells y he ganado en Cincinnati... Con un par de semanas buenas y un buen sorteo, puedo llegar lejos en cualquier sitio. También aquí.
P. Nadal aún no se ha recuperado de su lesión y ha decidido no participar en Melbourne. ¿Eso, en cierta forma, es negativo para usted? ¿Más presión?
R. Aquí, en Melbourne, me siento diferente. Todo empezó aquí hace diez años, la moyamanía, la fama... Y la gente de aquí me lo recuerda siempre. Es un sitio especial para mí y siempre lo será. Si estuviera Rafa, todas las miradas serían para él, sí, pero antes ya hubo años en que me miraban más a mí. Esa presión la tengo asumida y no me crea problemas.
P. ¿Y no está un poco harto de la nadalmanía, de que los medios y la prensa sólo parezcan estar pendientes de Nadal?
R. No, no me fastidia que los medios sólo sigan a Rafa. Hay gente a la que le puede sentar mal, pero a mí no. Sé de qué va la cosa. Ya se sabe lo que hay.
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