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Tribuna:PERSPECTIVAS
Tribuna
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Imaginación inteligente como la 'nueva economía'

Nuestro gran reto del 2005 al 2015 será cómo manejar inteligentemente la aparentemente intratable cantidad de información para sacar de ella rendimiento en clave de capacidad de innovación. Términos todos ellos que incluyen, formalmente, la partícula in, lo que señala la importancia de conectar, de incorporar, de metabolizar recursos . Dicho de otra forma, el futuro de la economía (o sea, del mundo) consiste en encontrar una mejor forma de multiplicar la imaginación (la capacidad de innovar desde la creación de ideas, la ingenuidad, en definitiva) por la ingeniería (la tecnología y los métodos de trabajo), justamente a través del uso inteligente de la información. Y en este camino veremos, probablemente, los siguientes grandes cambios:

El factor que dominará será la necesidad de encontrar una forma de coordinar recursos distribuidos en red. La palabra clave en la empresa será 'coordinación'
La novedad del mundo digital es "la muerte de la media": en lugar de centrarse en el promedio de la gente, el negocio está en las colas de la distribución estadística
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La tecnología es el fluido. El progreso de la ley de Moore seguirá evidenciándose en máquinas más potentes y, al mismo tiempo, más baratas. Se encontrarán nuevas formas de poner más y más transistores y unidades de memoria por milímetro cuadrado. La tecnología no será el problema, aunque en algún momento de los próximos 10 años se puede llegar a una crisis de rentabilidad de la industria (las factorías de chips son cada vez más caras) que sólo podrá resolverse con un salto tecnológico disruptivo (que, probablemente, llevará a cabo alguna empresa que ni siquiera existe hoy). Pero el cambio tecnológico más importante será la incorporación de la gente como parte de la infraestructura tecnológica. Se pasará, como ya estamos viendo hoy, de servir información de forma centralizada (grandes servidores de los que beben millones de clientes) a compartir recursos de forma colaborativa (cada cliente será al mismo tiempo servidor; una idea, me permito recordar, que ya anuncié en su día, en una fecha tan temprana como 1991). Cada persona en la red es un nodo que no sólo consume información y ancho de banda, sino que genera información y ancho de banda. El modelo P2P (de producción y distribución colaborativa) se impondrá como el modelo natural. Y se cumplirá lo que Tim O'Reilly ha señalado como elemento diferencial de la nueva era del web (el Web 2.0), "que el servicio en la red mejora automáticamente cuanto más gente lo usa", en contraste con el modelo centralizado de épocas anteriores, que quedaba más colapsado cuanta más gente lo usaba. Así, desde el punto de vista tecnológico el futuro es de descentralización (total) de la red. El usuario será el producto y el ancho de banda. La tecnología será fluida, será totalmente conexión, red.

La economía es la gente. Puede parecer ésta una expresión simplista, pero tiene un significado profundo que deberemos tratar de entender. Hoy son quizá 800 millones de personas los conectados a la Red en todo el mundo. De ellos, 200 millones en Estados Unidos, 94 en China y 39 en la India. Muchos, la mayoría, son solamente usuarios de la Red. Pero también muchos son actores de la Red. eBay, uno de los éxitos de la economía digital es simplemente una combinación de software y marca: el producto, la distribución y las relaciones comerciales son ejecutadas por la propia gente. El consumidor es el productor. Lo mismo ocurre en Wikipedia, software más marca, que permite a decenas de miles de personas embarcarse en la aventura de crear (y consumir) la mayor enciclopedia jamás creada. La gran novedad del mundo digital es, en este sentido, lo que algunos han denominado "la muerte de la media": en lugar de tener que centrarse en el promedio de la gente, el negocio está en sacar partido de las colas de la distribución estadística normal. En una ciudad cualquiera, las personas a las que les interesa un determinado oscuro tema pueden quizá contarse con los dedos de una mano, pero cuando ese mismo colectivo se mide globalmente, el número de adeptos puede incrementarse hasta algunas decenas de miles. Todo nicho, visto a la luz de lo global, puede ser un gran mercado. Por tanto, se deberá apostar por el mundo como mercado, cosa que tendrá importantes consecuencias en cuanto a la lengua comercial por excelencia. El inglés se impondrá sin duda, y las herramientas de traducción, automática o semiautomática, se convertirán en tremendos revulsivos del comercio mundial. Esto será así, en especial, si al mismo tiempo se desarrollan nuevas formas de pago, seguras, usables e intuitivas, que permitan pagar por cosas que hoy son difícilmente cobrables (por ejemplo, contenidos). Quizá un elemento clave será el desarrollo de algún mecanismo de universal 1-click, una forma de pagar, casi sin darte cuenta, desde cualquier aparato. O sea que pagar sea tan fácil como navegar.

El camino hacia los nichos globables rentables pasará por el uso de la fascinación de la imagen como creadora de experiencias: la Red será cada vez más visual, más espectáculo, y menos texto. La Red, hecha de, por y para personas individuales que contribuyen con su tiempo, sus ideas, su imaginación y su dinero, será la segunda realidad para millones de personas: la realidad virtual será para muchos más real que la propia realidad. Y ello comportará nuevos negocios, y también nuevas patologías, sociales y mentales.

La información es la energía. Empezamos el siglo en el caos del exceso de información. Según los estudios sobre la producción y el flujo de información en el mundo, realizados periódicamente por la Universidad de Berkeley, en 2002 se produjeron en el mundo seis exabytes (o sea, 6 por 10 elevado a 18 bytes) y fluyeron por radio, televisión, teléfono e Internet, unos 18 exabytes. Una cantidad que algunos expertos dicen que se duplica cada año (aunque no hay cifras fiables).

Es cierto que Google es el nuevo dios digital: hoy no es posible entender, ni usar la Red, sin el gran buscador. Pero, a pesar del avance que representan los buscadores y de que la Red se haya constituido en una especie de memoria colectiva (¿para qué guardar información si puedes buscarla en Google?), hay que avanzar muchísimo en los resultados de las búsquedas. La información que no es relevante es basura, roba tiempo, crea ansiedad, es dinero negativo. La información relevante es energía, multiplicador económico, desarrollador de inteligencia.

El día, quizá cercano, en el que dispongamos de un tipo de buscador con el que conversar (quizá con la propia voz) de forma inteligente, para ir afinando los resultados de la búsqueda de manera que lleguemos exactamente al resultado que nos es crítico, cambiará la historia de la humanidad. Ese día pasaremos de la era de la información (caos) a la era de la inteligencia (orden). No será ésta una transformación sólo tecnológica. Deberemos aprender a buscar información, a ser críticos con los resultados, a filtrar, y sobre todo, aplicar la relevancia conseguida para generar conocimiento que se traduzca en inteligencia. Es algo triste comprobar cómo estamos usando hoy el enorme avance de que disfrutamos en cuanto a la organización de la información: las 10 palabras más buscadas en Google en 2004 fueron Britney Spears, Paris Hilton, Christina Aguilera, Pamela Anderson, chat, games, Carmen Electra, Orlando Bloom, Harry Potter y mp3. Se me ocurre que podríamos estar usando toda la energía potencial de la información del mundo para generar una enorme energía cinética de inteligencia. Si algo ha quedado claro en diez años es que la e que poníamos delante de todo (e-mail, e-commerce, etcétera) será sustituida pronto por una i, de información o, mejor, de inteligencia. Y quien disponga de contenidos de calidad tendrá un tesoro. ¡Qué lejos esto de la obsesión de algunos por los portales generalistas que trivializaron los contenidos hasta reducirlos a algo sin valor!

La coordinación de nodos es la clave. La revolución de los próximos años no vendrá de la mano de los consumidores, sino de las empresas: estas deberán aprender a apalancar la información, de sus proveedores, de sus socios, de sus equipos, de sus clientes, para convertir las ideas (innovación) en resultados (negocio). Las empresas de la nueva nueva economía aplicarán la tecnología digital del siglo XXI para convertir su know-how diferencial en cash-flow sostenible. Y en esta dirección aparecerán montones de nuevos aparatos, equipos, métodos, y oportunidades de consultoría. Pero el factor común, el que dominará por encima de todo, será la necesidad de encontrar una forma de coordinar recursos distrubuidos en red. Así, la palabra clave en el mundo de la empresa será coordinación.

Hemos caminado un breve trecho de la economía digital, con algunos baches, creados por oportunistas, como el crash de 2000; pero hay algo muy profundo en esta transformación. La mano invisible de Adam Smith se hace cada vez más comprensible: el mercado, el mundo, consiste en personas en red, que actúan de forma egoísta y que generan efectos de red con impacto positivo en el progreso. Cuando entendamos mejor los principios de la teoría de redes quizá veamos que Smith tan sólo intuyó que cuando las personas actúan como agentes conectados en una red universal, la acumulación de los pequeños egoísmos de cada nodo genera una extraordinaria riqueza en la diversidad. El futuro será colectivo o no será.

Alfons Cornella, fundador y presidente de Infonomia.com

JAVIER PASTOR

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