Cautivas en nombre de Alá
Un marroquí inmigrante en Francia mantuvo durante 14 años casi aisladas a su esposa y a sus hijas
El escándalo se hizo público a finales del pasado verano: un hombre de 45 años mantenía encerradas en su casa, sin dejarlas salir apenas, a su mujer y a cuatro hijas menores, de 14, 13, 10 y 4 años. Todo esto ocurría en Romans-sur-Isère, un pueblo situado al sur de Lyón, cerca de la ciudad de Valence. Y ocurría en nombre de Alá, del respeto al islam. Ahora un tribunal ha condenado al padre a 10 meses de cárcel con suspensión de pena y, sobre todo, le ha privado de todo derecho paterno. Las niñas vivirán en una residencia, cerca de la casa que los servicios sociales han encontrado para la madre.
En Romans, el caso era conocido de todos pero no había nada que hacer, ya que el padre no las inscribía en el Ayuntamiento para escolarizarlas. La justicia ha podido intervenir gracias a que la hija mayor llamó al 119, el número de urgencia para la "infancia en peligro" que una asistenta social le sopló a la niña, aprovechando una distracción del padre. Ninguna de las chicas, a pesar de haber nacido en Francia, habla el francés, idioma de "impíos", según el padre y, sobre todo, idioma que hubiera abierto puertas a unas mujeres esclavizadas en el analfabetismo. Ese mismo padre que rechazaba la enseñanza pública, laica, gratuita y obligatoria, no rechazaba en cambio las ayudas del Estado, incluidas las otorgadas en concepto de familia numerosa o gastos escolares. Con esos subsidios, y manteniendo esposa e hijas como criadas a su estricto servicio, le bastaba para llevar una vida de hombre respetuoso con su fe.
Las niñas han crecido en una vivienda modesta en el centro de Romans. Recatadas, con la vista puesta en el suelo, sin apenas saber distinguir las letras, condenadas a una incomunicación total -lingüística, física, moral-, crecían sin saber ni del cambio de estaciones.
En el momento de las diligencias previas, el padre alegó que "no podía dejar que sus hijas fueran a una escuela que exigía que no llevasen un velo". En perfecta coherencia con sus convicciones, el padre ya advirtió de que no acudiría al juicio, ya que el juez es una jueza; el fiscal, otra mujer, y el abogado de oficio, una abogada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.