Mujeres necesitadas
Un actor de Pasión de gavilanes ha dicho que es una serie muy hormonal. Se trata de un concepto impreciso cuando se aplica a este culebrón de Telemundo. Alguna vez se ha visto una pareja en la bañera, pero inmersos en tal cantidad de espuma que no se justificaba por razones higiénicas, más bien funcionaba como parapeto visual. En este aspecto, lo es más el otro culebrón que Antena 3 emite a continuación, El cuerpo del deseo, también de Telemundo.
Amparados en un tono más bufón, se escucha a la dama protagonista decir a un chico: "Vamos a mi cuarto, quiero enseñarte todo lo que sé hacer. Soy una mujer sola, necesitada". A tal extremo llega esta necesidad que el joven ha de frenarla escandalizado. "Por el amor de Dios, señora, contrólese".
Tanto en estos dos casos como en el de TVE-1 (Los plateados, también de la factoría Telemundo), donde sí hay despliegue hormonal es en la batalla por el poder: económico, conyugal, de todo tipo. No son series que propongan modelos recomendables de conducta. Los malos, que son muy malos, tienen un abundante protagonismo. El machismo se predica por todos los rincones. Ahí está el marido de Camila (Los plateados), que recomienda a su suegra lo conveniente que es la boda de su hija porque lleva una vida de excesos y libertinajes "y necesita un hombre que la discipline".
Las situaciones están tan constantemente al límite que casi fatiga tanta tensión entre los hacendados. Los personajes son increíbles y viven en una realidad remota y, mayoritariamente, adinerada. Tan remota que uno de ellos se preguntaba en un capítulo si Bruselas quedaba... en la Patagonia. En algunos momentos, el nuevo Diccionario Panhispánico de Dudas es de gran ayuda para pescar diálogos en los que se habla, un caso, de que "se le borró la canica". Después de eso, es lógico que los ciudadanos que acuden a los programas de cotilleo sentimental intenten emular tanta pasión prefabricada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.