Profesores veteranos
Un grupo de 20 jubilados se dedica a enseñar educación vial a escolares y mayores de manera altruista
Pilar Pastor Manzano, una vecina de Centro de 59 años, decidió hace unas semanas que quería continuar con su verdadera vocación: dar clase. Por eso, no se lo pensó cuando un grupo de policías municipales de la capital le ofreció, al igual que otros jubilados, ser monitor de educación vial en su distrito. Es una de los 20 voluntarios que de manera altruista recorren la ciudad dando charlas en centros culturales, de mayores y en colegios.
Pilar, al igual que sus compañeros, recibió un cursillo de cinco semanas para actualizar sus conocimientos de educación vial. Tuvieron que acudir al parque infantil de tráfico de Moratalaz. Eso les permite conseguir el título y un carné con foto de monitor de educación vial, expedidos por la Policía Municipal de Madrid. Ambos les habilitan para dar clase. "Me he dedicado toda mi vida a la enseñanza y tenía ganas de seguir con ello más tiempo", añade esta profesora.
La historia de Pilar supone además un esfuerzo de superación. Hace unos años le diagnosticaron la enfermedad de Parkinson, acompañada de infartos en la cabeza.
La mujer decidió que no tenía que quedarse en casa, que la actividad era la única forma de salir adelante y de evitar que terminara prostrada en un sillón. "Con estas enfermedades no sirve el quejarse y el competir en ver quién se toma más pastillas. Esto forma parte de la terapia, porque significa seguir con el concepto de vida que tenía antes. El trabajo para mí es un premio", confiesa con orgullo.
Un tema que sorprende es que Pilar carece de carné de conducir. Asegura que no tiene ningún interés en hacerlo, porque nunca le ha llamado la atención. "La parte que más difícil me ha resultado es la del carné por puntos. Me lo explicaron muy bien, como todo el curso, pero no sé exactamente cómo va a funcionar. Igual me ocurre con las nociones de mecánica que nos dieron. No sé ni lo que es una tapa del delco", admite mientras sonríe abiertamente.
A Pilar la acompaña siempre su marido. A ella no le importa dar una conferencia en un centro de mayores que ante alumnos de primaria. La Policía Municipal siempre le ofrece dar las charlas en Centro, el distrito donde vive, pero eso no le impide desplazarse a otros distritos. De hecho, una de sus últimas clases la impartió en el colegio Santa María de los Apóstoles, en Carabanchel, ante un nutrido grupo de alumnos de 5º de Primaria.
Los chavales escuchan con gran atención las palabras de la monitora. Les resulta chocante que un policía municipal uniformado y una mujer con un llamativo peto reflectante les expliquen cómo tienen que ir en los transportes públicos o en los coches. "Lo que más me ha gustado es cómo han explicado todas esas cosas que pueden evitar un accidente. A partir de ahora, pondré la mochila en el maletero para que no haga daño a los que van delante si hay un choque", explicó Miriam Fernández González, una alumna de 10 años.
Los monitores llevan un cartel que tiene en una de las caras la señal de dirección obligatoria y en la otra, la de stop. Cuando terminan sus clases, también se dedican a parar la circulación para que los chicos crucen por los lugares adecuados y los conductores les respeten.
Ésta es una experiencia piloto. Si el resultado sigue siendo tan positivo, los responsables de la Unidad de Apoyo y Coordinación de la Comunidad Educativa de la Policía Municipal no descartan ampliar el número de monitores viales. "Es una experiencia muy interesante, porque su mensaje puede evitar muchos accidentes y atropellos", señala una responsable de la Policía Municipal.
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