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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un Heidegger legible e inteligible

Al menos entre nosotros, escribir un libro escuetamente titulado Heidegger implica ciertos riesgos. Como Sartre y Ortega, por ejemplo, Heidegger se ha hecho famoso. Esto significa (Ortega dixit) que lo conoce más gente de la que lo ha leído. En su caso, además, se le conoce por algo tan descorazonadoramente mezquino que crea una cierta expectativa con respecto a la lectura de su obra, en la que a veces se busca descifrar el secreto que en ella se escondería bajo la sombra oscura y densa que sobre la misma proyecta su autor. Este hecho ha acentuado una tendencia específicamente moderna que consiste en leer (aunque sea poco) los libros de filosofía para enterarse de lo que piensan sus autores, de cuáles son sus posiciones, tesis u opiniones, o para informarse acerca de su "sistema" de pensamiento y de sus doctrinas: en el caso de Heidegger, por supuesto, a menudo para "compararlas" con la del nacionalsocialismo y ver si coinciden o no.

HEIDEGGER

Arturo Leyte

Alianza. Madrid, 2005

351 páginas. 15 euros

El resultado manifiesto de

este procedimiento de lectura es la más completa imposibilidad de aclararse acerca de Heidegger, que ha tenido como consecuencia el tópico que más o menos consiste en decir que Heidegger es muy "difícil", "complejo" y "oscuro" (ya, pero, ¿más difícil que Hegel, más complejo que Schelling o más oscuro que Nietzsche?), que su alemán es "intraducible" (¡ah, menos mal que Kant, Fichte o Adorno tienen un alemán elemental y facilísimo!); por tanto, se ha extendido la especie de que sólo unos poquísimos elegidos -los que saben muchísimo alemán y se han internado con un sofisticado equipo espeleológico en las profundas dificultades y complejidades del pensador en cuestión- han llegado a saber en qué consiste verdaderamente "la filosofía de Heidegger" y cuáles son sus tesis (así que sólo ellos estarían en condiciones de decidir, entre otros muchísimos aspectos, si se trata o no de una "filosofía nazi"), aunque lamentablemente a los demás sólo nos pueden dar el dictamen y no sus pormenores, porque no estamos a la altura de sus conocimientos. Aquí no ha habido ninguna "urbanización de la provincia heideggeriana".

Para leer a Heidegger. Y esto mismo es lo que hace más meritorio el trabajo de un número (pequeño sólo en la cantidad) de investigadores de nuestro país que se han propuesto acabar con este oscurantismo y entregarnos lo que habíamos llegado a considerar imposible: un Heidegger legible e inteligible. Arturo Leyte es uno de los más notables de entre ellos, y en esta excelente monografía ha tomado la única decisión capaz de abrir los textos de Heidegger a una lectura sensata, a saber, la decisión de salvar a Heidegger de sí mismo, de esa espesa sombra que oscurece su obra, envuelta además en una retórica de autoridad a menudo muy engorrosa. Se muestra entonces que toda la aparente dificultad para comprender la filosofía de Heidegger o las tesis de su doctrina consiste simple y llanamente en que no hay tal cosa como tesis, doctrina o filosofía de Heidegger, y que esta ausencia constituye su mayor originalidad. Llamamos "Heidegger", ante todo, a una determinada forma de leer los textos filosóficos (señaladamente distinta de la que acabamos de comentar) y, por tanto, a una concepción rigurosamente hermenéutica de la filosofía. Y a esa concepción resulta en este caso inherente el presupuesto de que eso mismo que a ella le pasa -que no puede ni tiene que enunciar tesis positiva alguna- es justamente lo que define a la filosofía, lo que explica la necesidad de su "fracaso" a la hora de fijarse en contenidos doctrinales contrastables y su conflicto perenne con la modernidad, que privilegia precisamente ese modelo de contrastación sistemática de tesis. Alguien podría pensar que, al actuar de esta manera, Heidegger desaparece tras sus textos, pudiendo sospecharse que ésta es una ocultación de quien pretende esconderse para eludir responsabilidades. Leyte quiere enseñarnos que es más bien al revés, que sólo mediante esa desaparición puede llegar a aparecer algún Heidegger a quien podamos leer, que sólo de esa aceptación del juego que la filosofía propone puede surgir una recta interpretación de su pensamiento y la posibilidad misma de juzgar con la mayor severidad sus errores filosóficos y políticos. Sólo quienes prefieran seguir apegados a la figura de Heidegger como misterio y enigma, que justifica una mística de camarillas, deben abstenerse de leer este libro.

Martin Heidegger (1889-1976).
Martin Heidegger (1889-1976).

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