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Las obras y el corte de la línea 10 del metro dejan aislado el hospital La Paz

15.000 personas sufren a diario atascos y dificultades para acceder al centro

Visitar el hospital universitario La Paz (distrito de Fuencarral-El Pardo) se ha convertido en una odisea, sobre todo en los dos últimos meses. El centro está rodeado de obras que han convertido en un embudo el único acceso para vehículos (emergencias incluidas) a través de un tramo de la calle del Arzobispo Morcillo que tiene un solo carril por el que entran miles de vehículos al día. Los atascos en los alrededores tienen la precisión de un reloj suizo: nunca fallan.

A este panorama hay que unir el cierre parcial, desde principios de noviembre, de la línea 10 de metro (Puerta del Sur-Plaza de Castilla), que es la única que llega al hospital. La mayoría de los 7.000 trabajadores del complejo médico han adelantado el despertador más de media hora en las últimas semanas. En total, unas 15.000 personas acuden al hospital a diario entre profesionales, pacientes y visitantes. Todos se encuentran el mismo panorama al llegar. "Antes tardaba 35 minutos en llegar desde Las Musas (San Blas). Ahora, si se da bien, poco más de una hora", cuenta Rosario de la Calle, empleada en el turno de mañana de La Paz.

Al caos externo hay que sumar el interno, debido a las obras de remodelación que está realizando el hospital. Cuando el visitante entra en La Paz se encuentra con accesos cerrados, pasillos bloqueados y muchas dificultades para llegar hasta su destino. "La gente deambula por los pasillos, de un edificio a otro, sin saber bien dónde ni cómo ir", cuenta De la Calle.

El hospital reconoce el mal momento. "Estamos pasando los peores días", afirma Juan José Pérez, subdirector de Gestión Técnica del centro. "Esperamos mejores noticias en 2006, cuando se desocupe el paseo de la Castellana y se vuelva a abrir el metro".

Mientras, el visitante lo sufre. "Venir cada día es una quimera, cosa de locos", exclama una trabajadora. "La Paz es una isla", corrobora una visitante. Y eso que siete líneas regulares de autobuses de la EMT (Empresa Municipal de Transportes) paran en la misma puerta. Eso sí, acceden por la misma entrada: por Arzobispo Morcillo. Sólo un carril.

El complejo de La Paz es un entramado de 17 edificios que ocupan una manzana encuadrada entre las calles de Pedro Rico, Arzobispo Morcillo, paseo de la Castellana y la carretera de Colmenar Viejo.De la Calle prosigue con el relato de sus mañanas, una historia que firmarían muchos de los trabajadores del centro. Cada día es una particular carrera contra el reloj. El objetivo: llegar a la plaza de Castilla antes de las 7.15. "Si te pasas dos minutos de esa hora, se forma tal atasco en la Castellana que el autobús tarda 30 o 40 minutos en llegar al hospital", cuenta. Es un trayecto de un kilómetro y medio. "Llego atacada a trabajar cada día", resume. Por esta razón, muchos trabajadores han desistido ya y van andando desde la plaza o incluso desde sus domicilios.

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La primera dificultad para el visitante llega a la hora de plantearse cómo llegar. Desde el oeste, las obras de la M-30 en la avenida de la Ilustración desaconsejan este recorrido. Los empleados del turno de noche llegan a pasar una hora en el coche para abandonar la zona, debido a los enormes atascos que se forman por la mañana, cuando terminan de trabajar. Desde el este, el túnel de Pío XII -cortado- tampoco es practicable.

El metro, cerrado "hasta el primer semestre de 2006", está descartado. Los autobuses de la EMT -siete líneas llegan hasta el hospital, más las dos que sustituyen el servicio del metro- no parecen la mejor solución. Sufren el atasco como todos. Ni con una línea directa o viviendo cerca se garantiza rapidez. El pasado lunes, Mariluz, una mujer de 70 años, salió de su casa del barrio del Pilar a las 9.00 y no llegó hasta las 10.30. Patricia, otra visitante, añade: "He pasado de tardar 10 minutos a 45. Desde plaza de Castilla", cuenta.

Un único acceso

La dirección del hospital ha tratado de paliar la situación. El subdirector de gestión técnica del hospital cuenta que ha arrancado a la Consejería de Transportes una línea especial de autobuses que une el hospital con la plaza de Castilla sin ninguna parada intermedia. También han sido reservadas 200 plazas de aparcamiento (a dos euros el día) para los médicos, enfermeras, celadores y demás trabajadores que opten por chuparse el tapón en su coche. Aparcamiento que puede resultar prohibitivo para el visitante: pasar el día con un familiar ingresado en el centro puede suponer 19 euros por jornada.

El principal problema, coinciden todos los preguntados, es que sólo hay un acceso para vehículos, incluidos los de urgencias: la calle del Arzobispo Morcillo, que tiene pintada en el suelo una raya que indica que debería haber dos carriles. Es una ilusión. Tal y como aparcan los coches a ambos lados, los autobuses de las siete líneas que pasan por esa calle apenas caben. "Y, además, los camiones", apostilla José Manuel, un trabajador de La Paz. Se refiere a las decenas de vehículos pesados que cada día entran y salen del lugar donde están siendo edificadas cuatro torres en el solar de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid.

A la entrada al aparcamiento -que comparten trabajadores y visitantes- también se llega por la misma calle del Arzobispo Morcillo. Tiende a estar lleno, según cuentan los empleados, por lo que se puede tardar hasta una hora en entrar. Los coches se acumulan y se acumulan mientras bloquean la calle. Entre las 8.00 y las 10.00 se puede tardar más de 20 minutos en recorrer un tramo de aproximadamente un kilómetro. "No hay sitio ni para las ambulancias. Yo las he visto subirse a la acera", cuenta el trabajador de un quiosco frente al hospital. Eso cuando no entran en dirección prohibida para evitar el atasco.

Una vez que el visitante llega al centro hospitalario, se encuentra con una nueva sorpresa: el hospital está en obras. Se está ejecutando el plan director, y esto lleva consigo grandes actuaciones y caos. El edificio de anatomía patológica ha sido demolido y en su lugar se construirá otro. Cercano a él, la entrada principal del hospital general también está cerrada porque se está levantando una nueva planta en el vestíbulo. "Todo el mundo tiene que entrar por el pabellón de maternidad y de ahí desplazarse a los edificios", cuenta el subdirector de gestión técnica. Para muchos esto se convirtió en un laberinto del que no había manera de salir. Hasta hace poco nadie informaba y los visitantes se perdían en el maremágnum de pasillos, puertas y edificios. Por eso, la dirección ha reforzado la atención al paciente y ahora "hay gente sentada en los pasillos para informar al visitante", remata el subdirector.

La situación de hartazgo a la que han llegado los trabajadores del centro la simboliza el belén que han instalado los empleados de traumatología. Belén es en realidad el barrio del hospital, y se halla tomado por obras, zanjas, obreros y coches de todo tipo, y el portal está aislado entre vallas. De los tres Reyes Magos, uno intenta llegar en globo, otro en una alfombra voladora y el tercero se arrastra entre obstáculos. Al menos, algo es algo, han ganado el segundo premio del concurso del hospital.

Dos personas pasan por delante del acceso principal al hospital general, cortado por unas obras de remodelación del complejo médico.
Dos personas pasan por delante del acceso principal al hospital general, cortado por unas obras de remodelación del complejo médico.ULY MARTÍN

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