Alevines de 'Champions'
Diez equipos de todo el mundo se reúnen en el X Torneo de fútbol 7
Diez equipos de cinco países distintos. Un autobús para cada uno. Hotel de cuatro estrellas. Dietistas, fisioterapeutas, y entrenadores al servicio de 120 jugadores. Cámaras de televisión por todos los lados. Famosos, estrellas y rostros conocidos como el de Juan Antonio Samaranch, presidente honorífico del Comité Olímpico Internacional, o Eto'o e Iniesta, jugadores del Barça, en la grada. Todo en tres días y en un solo torneo: el X Campeonato Internacional alevín de fútbol 7, que termina hoy en Arona, Tenerife, y reúne a los mejores jugadores nacidos en 1993, niños de 12 años de las canteras de Real Madrid, Barça, Espanyol, Atlético, Deportivo, Manchester United, Borussia Dortmund, Inter, Betis y Camerún.
¿Camerún? Sí, Camerún. La selección africana, la primera del continente que disputa el torneo, ha sido apadrinada por Samuel Eto'o -sonriente en la grada, siempre cubierto con su gorra de béisbol-, que ha seleccionado a los jugadores y ha sufragado sus gastos. "Son la sorpresa del campeonato", explica Ignacio Frauca, miembro de la Fundación El Larguero que, impulsada por el periodista José Ramón de la Morena e inspirada por una idea de Carmelo Zubiaur, organiza el torneo junto al Ayuntamiento de Arona. "Creíamos que les iba a faltar conjunción pero... están bien preparados".
El torneo de Fútbol 7 (trasmitido por Cuatro, Canal + y Canal+ D1) se ha convertido en cita ineludible de cazatalentos, agentes y ojeadores de los grandes clubes. Normal: sólo hay que repasar la lista de las estrellas del evento. En 1996 triunfó Iniesta, hoy en el Barça, y marcó tres goles un niño que apuntaba maneras, Fernando Torres. En 1997 llamó la atención un delantero rubio, larguirucho y goleador, Llorente, hoy asentado en el Athletic. Más efímera fue la fama de Diego León, deslumbrante con el Madrid, el pelo cortado a lo tazón, y que acabó buscando su futuro en Alemania. Ya tiene sustituto: Granero, del Madrid C, la joya de la cantera blanca, triunfó en 1999.
El espíritu del torneo, sin embargo, nada tiene que ver con los agentes o las comisiones por traspaso. Tiene que ver con el fútbol. Con campos de dimensiones reducidas y balones pequeños "para que los chicos puedan desarrollar sus habilidades". Y con la educación. "Este torneo es un clásico de la Navidad, algo entrañable", dice Frauca. "Nuestra obsesión es que los niños convivan, que aprendan de las distintas culturas y de las distintas formas que hay de entender el deporte en el torneo", continúa. "Es como el Mundialito de clubes, la Champions de los pequeños. Cuando empezamos, hace diez años, fue toda una aventura. Ahora nos llaman las grandes escuelas de los grandes equipos de Europa para que les invitemos. Soñamos con traer alguna vez a equipos suramericanos, pero el traslado es complicado... aunque no lo descartamos".
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