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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Irak, a tres bandas

Al tiempo que se recrudece la violencia, lo único satisfactorio de las elecciones iraquíes del pasado día 15, aparte de que la insurgencia no lograra impedirlas, es que el índice de votación por encima del 60% ha superado el de las constituyentes y todos los pronósticos. Porque lo que ominosamente dicen estos resultados, que no se conocerán en detalle hasta enero pero que han sido ya contestados por más de una treintena de partidos chiíes laicos, suníes y liberales, es que no hay un Irak, sino tres.

Hay un Irak kurdo de lista única, que barre en nombre de un independentismo que sabe que, de momento, ha de comportarse con discreción; un chiismo, que en el cómputo de todo el país pasa de la mitad de votos y de escaños y que, con el interesado apoyo kurdo, puede alcanzar los dos tercios de la Asamblea, y bloquear, así, cualquier reforma de la Constitución que reservara una cuota de poder a los suníes; y un sunismo que es el tercer parche de esta compleja antropología, que, aunque esta vez ha votado en mucho mayor número que para la Constituyente, apenas rebaña un puñado de escaños por la dispersión de su sufragio. El 90% de los votantes lo ha hecho como kurdo, chií y suní, y no como ciudadano de Irak.

Las dos grandes coaliciones chiíes, el Consejo Supremo para la Revolución Islámica -sólo el nombre es todo un programa- y el Partido Islámico de la Dawa, pueden centrar lo esencial del poder sin que ninguna de las agrupaciones laicas, que favorecían los ocupantes norteamericanos, haya sido más que testimonial.

Ante ello y para la recuperación política de la minoría suní -que ejerció un poder dictatorial desde la independencia de Londres en 1932- y, sobre todo, alivio de Occidente, sólo cabría hacer caso relativamente omiso de los resultados, para formar un Gobierno de unión nacional, en el que los suníes obtuvieran algún tipo de derecho de veto contra la deriva sectaria o comunitarista. Algo se intuye en ese sentido, con la petición del presidente Yalal Talabani -irónicamente, kurdo- de que se forme un Ejecutivo de esas características. Aun así, eso sería sólo una salida provisional hasta que una nueva Constitución forjara un Estado verosímilmente federal, pero unitario, sobre lo que hoy los comicios apenas muestran como tres fragmentos de nación virtualmente irreconciliables entre sí.

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