Jornadas navideñas en el río
Nuevo Centro, como las demás superficies comerciales de Valencia, presenta estos días su imagen más opulenta. Hay reclamos de todo tipo con el fin de atraer a la gente y consumir en unas fechas en que el gasto se dispara. Muy cerca, bajo el puente de la pista de Ademuz, dormitan numerosas personas ajenas a las luces navideñas. Son inmigrantes, subsaharianos en su mayoría, que vienen a buscarse la vida con esporádicos trabajos, habitualmente en la recolección de frutas y verduras, tras recorrer miles de kilómetros desde sus países originarios. Hacen vida en el antiguo lecho del río que cruza la ciudad. Por el día, los inmigrantes se esparcen por el jardín del Turia para calentarse al sol del invierno y protegerse del intenso frío. La imagen, captada el pasado sábado, muestra a un grupo de subsaharianos en estas circunstancias. Están abajo, en el río. Arriba, el ajetro de las cajas registradoras apacigua la fiebre de última hora por comprar la comida y los regalos que faltan antes de la (no para muchos) opípara cena de Nochebuena. Son dos caras de la Navidad: arriba y abajo.
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